Subir al coro del santuario de la Virgen del Monte, en Bolaños de Calatrava, es realizar un viaje por la historia local. Recientemente remodelado para poner coto a la humedad, recoge en imágenes la devoción hacia la patrona. Los exvotos que cuelgan de los nuevos paneles se han organizado por temáticas y están siendo objeto de una ambiciosa tarea de limpieza, catalogación, restauración e investigación por parte de voluntarios, que trabajaron intensamente en Navidad y prosiguen su tarea en horas sueltas. El propósito es que, de cara al posible año jubilar (2016) por el cincuentenario de la coronación de la imagen de la Virgen del Monte, se ponga el valor el importante carácter histórico, etnográfico y artístico de estas muestras de la fe popular.
La hermandad se ha fijado el propósito de «conservarlo lo mejor posible en el tiempo», según indica su presidente, Ángel Rubio. «Hemos limpiado, acondicionado, referenciado y catalogado hasta donde hemos podido», describe. Para ello, cuenta con la colaboración de las profesoras titulares de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) Elena Sainz y Esther Almarcha para dotar de «base científica» a la investigación, la profesora de Historia María Jesús de Toro como coordinadora e impulsora de un grupo de varios voluntarios relacionadas con el mundo del arte. Uno de ellos es José Manuel Sánchez, licenciado en Bellas Artes, que contribuye en su tiempo libre a rescatar este importante patrimonio que, en su opinión, «no está valorado». Otros bolañegos han ayudado, de forma puntual, a limpiar, medir y fotografiar la ingente cantidad de exvotos, unos 1.300, que se encuentran en el santuario.
De ellos, los más valiosos son alrededor de un centenar. Son los exvotos narrativos de técnica mixta: bordado, fotografía y/o collage. Según explica la profesora Luisa Abad, que también ha estudiado estas piezas artísticas, «son composiciones muy elaboradas que combinan el exvoto fotográfico que comienza desde principios del siglo XX con el característico bordado manchego». «No hay uno igual a otro», indica, y la riqueza de sus bordados hace que tengan «un especial valor patrimonial». «Estos de la zona de Campo de Calatrava son únicos en esta técnica de bordado y son especialmente característicos», señala.
Los de Bolaños son los más valiosos y mejor conservados de todo el Campo de Calatrava, señalan diversas fuentes. Según De Toro, también pueden verse estas muestras de fe popular en los santuarios de la Virgen de los Santos (Pozuelo), de la Virgen de las Nieves (Almagro) y de Oreto y Zuqueca (Granátula de Calatrava). Indica que son más escasos (seis en Almagro y cinco en Pozuelo) y, curiosamente, donados por bolañegos.
Características. Tienen una estructura similar: en la parte superior, la divinidad;en el medio, una imagen del hecho que provocó el voto, normalmente accidentes o enfermedades a los que sus víctimas sobrevivieron; en la inferior, una cartela con el nombre de los donantes y un pequeño texto explicativo. Dan cuenta así de una «relación contractual», en palabras de Sainz, según la cual una persona pide la intercesión de la Virgen en una situación de dificultad (lo que se denominaría «voto») y, una vez cumplido, ‘paga’ con el exvoto. Estos han de ser siempre públicos para «hacer propaganda de los milagros de la Virgen», según Sainz.
Los primeros (el más antiguo conservado data de 1888) le conceden especial importancia al bordado. José Manuel Sánchez describe que los hay «regularmente bordados» y otros elaborados por «eruditos», lo que lleva a pensar que se realizaban por encargo o que una persona enseñó a bordar a las mujeres bolañegas de finales del XIX. De Toro afirma que están investigando quién pudo ser y de momento saben que «era una maestra que venía de Madrid». De ella destaca «la finura y elegancia» de sus obras.
Según avanza la técnica fotográfica, ésta va ganando protagonismo. «En aquella época, contratar a alguien para hacer una fotografía era un acontecimiento en sí mismo», afirma Sánchez, lo que motivaba que sacaran «los mejorse ajuares» al exterior (no existía el flash) y disimularan las paredes con trampantojos. Destaca también el papel de los médicos, recuerda de Toro, que a menudo ocupaban un lugar preferente. Teniendo en cuenta que muchos de ellos eran reconstrucciones de accidentes (los de carro son los más numerosos, con seis exvotos en total), su valor artístico se multiplica y no es raro que aparezcan firmados. En su opinión, es una forma de conocer «las dedichas del pueblo».
Los collages merecen mención aparte. Solían correr a cargo de un artista de Pozuelo, de nombre Domingo Martínez según De Toro, quien empleaba, cuenta Sainz, «lentejuelas, trozos de costales, vitolas de puros, pajaritos recortados, flores de papel, etcétera». Los marcos dan cuenta, asimismo, de si la familia era «más o menos pudiente», cuenta Sánchez.
Evolución. Todo ello, en su conjunto, constituye un testimonio de la forma de vida de los bolañegos de décadas atrás. La modernidad fue modificando esta costumbre poco a poco y se pasó a simples representaciones fotográficas que ya no siguen la estructura tripartita. En este caso, llama la atención la gran cantidad de cuadros de quintos que se recogen en el coro, agrupados junto a otros de carácter militar, para solicitar la protección de la patrona. No son exvotos porque no responden a la relación contractual de la que hablaba Sainz, pero sí que establecen una relación con la imagen divina. «Son ofrendas de protección», señala De Toro.
De ahí se evolucionó a la representación de los ritos de paso (bodas, bautizos y comuniones), que también se presentan agrupadas desde la nueva ordenación, y, finalmente, simples fotografías cuya «intencionalidad solo la sabe el donante», dice Rubio. Sánchez se felicita porque, desde la remodelación, la gente ha vuelto a retomar la costumbre y muchos han llevado ya su foto. El presidente de la hermandad afirma que «habrá que poner unas reglas» para no llenar el aforo. Por tanto, la colección del santuario de la Virgen del Monte da cuenta, también, de cómo sobreviven y se reinventan las tradiciones según las reglas de la modernidad.
Financiación. La falta de fondos deja el futuro de esta investigación en el aire, a merced de la capacidad de los voluntarios. La intención, según José Manuel Sánchez, es recogerla en un libro con el «estudio completo y acreditado por la UCLM», de forma que se pueda dejar patente su valor patrimonial y darle mayor empaque a la petición del año jubilar para 2016. El presidente de la hermandad confiesa que «no hay dinero para contratar a expertos -en restauración y estudio-, aunque la obra lo merezca».
Por su parte, María Jesús de Toro espera poder darle «un empujón» a la investigación este verano, aprovechando las vacaciones. En su mente busca soluciones para llevar a cabo lo más urgente, una auditoría para presupuestar la restauración de las telas y el montaje de una exposición previa al posible año jubilar.
Mientras tanto, los voluntarios siguen trabajando para que los exvotos logren el reconocimiento que merecen y la fe a la Virgen del Monte, que hunde sus raíces en el siglo XIII, sigue creciendo año tras año, imagen tras imagen.