"Emilia tiene ese valor que nos señala como poco solidarios"

Hilario L. Muñoz
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El cineasta ciudadrealeño saltó a la fama con un corto documental sobre su madre en el que puso todo su cariño para contar cómo vivió en primera persona la violencia

Rafa Arroyo

Rafa Arroyo (Ciudad Real, 1989) saltó a la fama con un corto documental sobre su madre en el que puso todo su cariño para contar cómo vivió en primera persona la violencia. Su historia llegó a los Goya, fue nominado y acudió a la gala con ella, ambos sentados entre los grandes del cine español. Dos años después de aquella historia regresa al corto documental con Emilia, la historia de una activista que lleva años siendo la familia de menores no acompañados, los menas, en su transición a la vida adulta. 

¿Cómo surge la idea de un corto sobre Emilia Lozano?
Estaba buscando a otra protagonista para mi próximo cortometraje documental. Yo tengo en mi imaginario hacer como una trilogía de documentales de mujeres manchegas. Todo empezó con mi madre y ahora va con Emilia... Estaba buscando a esa protagonista y para mí tenía que aparecer en el momento más indicado, de una manera orgánica y que también me gustara. Un día estuve viendo unas noticias sobre inmigración de hace un año y vi a Emilia en un programa de televisión. La escuché, vi la entrevista que estaba subida en internet y me cautivó lo que dijo. Me metí en su asociación, porque se llama Somos Acogida, y me cautivó tanto la historia que dije: quiero conocer a esta persona. Quedé con ella, me contó una historia impresionante suya y dije creo que esta mujer es la protagonista de mi próximo documental.

Llama la atención que este documental surgiera hace tiempo, pero llega cuando la inmigración abre los informativos. ¿Pensó en hacer una cosa humana y le ha quedado un corto reivindicativo?
Para nada, pensábamos que era porque era un tema actual. Lo que me encontré fue una historia de una mujer que ha formado una familia, una familia no elegida a través de los lazos de sangre, sino que ha demostrado que la familia va mucho más allá. Me encontré con una historia de resiliencia humana, de personas que lo han perdido todo y de una persona que también lo perdió todo en su infancia y que se reúnen para hacer que la solidaridad y que el amor les cubran las heridas. El documental de Emilia no es más que eso, pero es verdad que el contexto social en el que vivimos ha hecho que se convierta en algo más. Ahora, creo que es importante que un cortometraje documental visibilice una cosa que pienso que estamos perdiendo los europeos, que es la solidaridad, y Emilia tiene ese valor que hemos perdido y que nos señala como personas poco solidarias y racistas.

¿Es poético como el de Trazos del alma, el de su madre?
Aquí quería llevármelo totalmente al cine realidad, al cine vérité. Quería hacer algo totalmente distinto. El de mi madre era algo más artístico, porque tenía esa simbología de que mi madre descubre en el arte una semilla para curar su dolor. En Emilia hablamos de lo profundo que son las relaciones personales. Entonces, tenía que estar captando esas relaciones personales de la manera más pura posible y eso es ganándolas. Ganándose la confianza de todos los protagonistas del documental. Ellos me tenían que ver como parte de su familia. Lo más bonito que me llevo de este trabajo es que yo he construido una nueva familia como ellos. Eso ha hecho que el trabajo de Emilia sea tan auténtico porque me han permitido meter la cámara en momentos en los que una persona anónima sería impensable, incluso para los medios. Creo que ese es el trabajo más difícil que me ha tocado hacer en Emilia, captar la esencia de las relaciones personales, que es lo más difícil que tenemos los documentalistas.

¿Cree que este documental puede cambiar conciencias?
Lo que me gustaría que tuviera el cortometraje es un legado de transformación, en el sentido de que si nosotros ayudamos a personas que más lo necesitan, no como salvadores, sino como personas humanas. Si a estos chicos se les brinda una oportunidad, como se ve en el documental, la cogen como un clavo ardiendo y responden. Algo que mostramos en el documental es que el vínculo familiar, ya sea biológico o elegido, es importante para que se desarrollen. Es un legado de transformación para que en vez de construir muros, construyamos puentes como sociedad. 

¿Se ve en los Goya de nuevo con su madre?
En este caso sería con Emilia y con todos los protagonistas. Para mí, es el mejor regalo que les podría dar y es por lo que voy a luchar. Si no entramos, podemos entrar el año que viene, aunque vamos a intentarlo este año.

¿Se verá el corto en Fecicam?
Mi idea es estar. Será el 1 de octubre y tengo muchas ganas de presentarlo en mi ciudad natal. Espero que la agenda de trabajo me lo permita. 

¿Cómo cambia la vida la nominación al Goya en 2023?
Parece una tontería, pero ese laurel, como nominado, hace que la gente te tome más en serio, que no sea una puerta fría quien llama, sino que sea algo más cálido. Aunque todavía cuesta, cuesta mucho abrir esa puerta. Se está trabajando bien, se están contando historias humanas, de contexto social fuerte y contamos historias que están llegando. Se acerca muchísima gente a felicitarnos por todas las emociones que le transmitimos. Con todo, siento que todavía no ha cambiado del todo. Creo que falta un último paso por dar y ahí estamos con Emilia, que creo que es un documental que va bien, que va fuerte.