Las noticias se acumulan y cada día una desgracia tapa las otras y ni las personas informadas logran alcanzar información verdadera sobre los fenómenos que nos agobian. Las tractoradas han tenido extraordinaria presencia en los medios, pero en todo el proceso nadie ha explicado lo que realmente pasaba. A comprender las cosas es a lo que debería servir la información, pero me resulta siempre muy incompleta en la prensa y muy mala en las televisiones.
Desde que hace ya casi 40 años abandoné el asfalto de la capital del Reino he aprendido a valorar el campo y la agricultura, a sufrir con las sequias y a maravillarme cuando las lluvias tardías son capades de pintar de verde refulgente en variados tonos el campo entero como ocurre estas semanas. Pero lo que pasa para que los agricultores en nuestras ciudades y todas las europeas bloqueen las ciudades y algunos asalten edificios públicos, no logramos saberlo bien. Por fortuna, a la Audiencia Nacional no le ha dado por aplicar las figuras del terrorismo a estos desordenes públicos más o menos graves. Pero al escuchar la conferencia impartido por Manuel Pimentel en el desayuno organizado por La Tribuna de Ciudad Real y Aquona, he podido seguir el relato del problema de la sociedad actual, española y europea, con el campo y sus agricultores, y sin hacer un feo a los planteamientos para abordar la crisis climática. Todo ello se ha presentado en el marco de un cambio de ciclo desde el primer momento de la globalización hasta el retorno de cierto proteccionismo determinado por la guerra de Ucrania, después de un momento dulce en la opinión publica sobre los agricultores durante la pandemia. Ahora, nos dice, es preciso que la sociedad y la política de los gobiernos generen un equilibrio entre sostenibilidad y producción propia nacional y europea.
Solo he echado de menos en lo internacional una referencia a los efectos de la guerra de Ucrania sobre los carburantes, los precios la inflación y la escasez, que en buena parte ha sido algo inducido por los rusos y su guerra híbrida. Lo aprendí con la extraordinaria Abadesa, entonces dueña de las Terreras, quien me explicó que la industria de las monjas de todas las clausuras son los dulces, y que en la pandemia se quedaron sin clientes y con la guerra sin aceite de girasol, clave para la pastelería. Precisamente con sus pastelillos marroquines le ha obsequiado al Papa Francisco el presidente de Andalucía. Otra cosa que fue solo de paso mencionada pero que para Castilla-La Mancha es clave: la "tubería manchega", la obra pública más difícil hecha en Castilla-La Mancha en los últimos 30 años, que representa la garantía de agua para beber en toda la cuenca del Guadiana frente a las sequías actuales y las que se deriven del cambio climático, sin la cual corre peligro la propia actividad industrial. Una obra que vi nacer en la cabeza de José María Barreda con motivo de la sequia del año 1995 y que quedará para siempre entre sus obras mas señeras. Pero ahora hay que aprovechar la Semana Santa para leer el libro "La venganza (bíblica) del campo" y extraer todas las conclusiones, sin cegueras ni extremismos, como es propio de nuestro buen ambiente regional.