Arroyo se pone al frente de una institución con 25 años, el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (Irec), tras ser su vicedirectora y ver, desde dentro, el crecimiento y el impacto que sus publicaciones tienen en el mundo medioambiental. Llegó en 2006 al centro para investigar ecología y fauna silvestre. Madrileña de nacimiento, se formó allí hasta que la investigación le llevó a Reino Unido y Francia, luego pasó por Escocia. 16 años en el extranjero de formación hasta que tomó su plaza como investigadora en el Irec.
¿Qué significa ser la primera mujer que dirige esta institución?
En esta institución ha habido históricamente menos investigadoras, yo fui la primera de plantilla, y durante muchos años solo fuimos tres. Supongo que el hecho de que yo llegue de directora lo que indica es que están cambiando las cosas. Hay muchas más mujeres que han entrado como investigadoras de plantilla más recientemente.
¿Cuál es su objetivo como directora del Irec?
Una de las tareas fundamentales es intentar guiar la dirección científica del centro. Eso incluye coordinar, promocionar y conseguir recursos con una estrategia científica, hablando con los otros investigadores, para saber hacia dónde queremos llegar.
¿Esto se hace con la perspectiva de ver los 25 años que cumple el Irec?
Una de las cosas que me importa es dar cierto punto de continuidad del trabajo de los directores anteriores. Es importante afianzar o incluso mejorar el hecho de que el Irec sea reconocido como un referente científico esencial para la gestión de fauna, tanto cinegética como de conservación, o el impacto que tienen las especies sobreabundantes en España y en el extranjero. Lo que quiero hacer es que se vea todavía más, y la celebración de los 25 años es una plataforma para lograrlo.
¿Cómo se va a celebrar ese aniversario?
Estamos intentando organizar un ciclo de conferencias para hablar sobre lo que ha aportado el Irec en estos 25 años, que sea más visible. Se trata de maximizar la visibilidad de lo que se hace y mostrar que somos referente científico y posicionarnos como tal. Eso incluye que las administraciones sepan contar con nosotros cuando necesitan asesoría o información científica que sirva para diseñar políticas de gestión o de conservación cinegéticas o cualquier aspecto que tenga que ver con la fauna. Otro de los puntos que me interesa, y es una de las mayores fuerzas del Irec, es lo multidisciplinar que somos. Tenemos un elenco de investigadores excelente en todas las ramas: veterinarios, ecólogos, químicos, biotecnólogos, que tratan desde la ecología, la sanidad animal, la reproducción, la fisiología, la biotecnología aplicada, la toxicología, etc. Cada vez se ve más lo importante que es que todas esas líneas interactúen, para entender bien cómo funcionan las poblaciones de fauna silvestre, cómo detectar los problemas y cómo, sobre todo, solucionarlos.
¿Qué ha aportado el Irec en estos 25 años de estudios?
Lo que viene a mi cabeza, de forma rápida, es que hemos avanzado enormemente en la comprensión del impacto relativo de distintos procesos. Por ejemplo, con la perdiz roja, que ha sido una de las especies emblemáticas que se ha estudiado en el Irec, se ha abordado tanto la eficacia de la gestión cinegética, aspectos ecofisiológicos y cómo esos afectan a la dinámica de poblaciones, el impacto de los pesticidas y los efectos subletales y cómo la gestión del medio afecta a la productividad, a la supervivencia... También cómo a su vez eso interacciona con el comportamiento, afecta a la capacidad de reacción frente a los depredadores y, por tanto, cómo el impacto de la depredación puede estar asociado con la toxicología. También hemos visto cómo puede haber medidas de gestión indirectas para la depredación, desde estudios interactivos entre la toxicología y la ecología, como la aversión condicionada. Cómo hacer que los zorros tengan aversión a los huevos de perdices puede tener un efecto sobre las perdices más importante que el mismo control de zorros. También hemos trabajado sobre el aspecto social, como cuáles son los factores que influyen en la toma de decisiones para regular las perdices, cómo se estructura a nivel de coto, cuáles son los factores que influyen en los gestores a la hora de decidir qué quieren hacer. Este es uno de los ejemplos que muestra cómo se ha conseguido mejorar más a nivel holístico lo que se sabe de esta especie, de cuál es el impacto relativo de la gestión cinegética, la gestión agrícola o el cambio climático y cuáles son las soluciones que se pueden proponer a ello.
¿Y más allá?
Más allá hemos conseguido tener un conocimiento enorme sobre sanidad de fauna, desde la monitorización, la comprensión de los elementos ecológicos que influyen en la transmisión de enfermedades, la relación entre fauna silvestre y ganado doméstico. También en cómo buscar medidas de gestión para los problemas que surgen. Desde luego, cuando pienso en Irec pienso en tuberculosis como uno de los elementos más relevantes, pero es uno de múltiples ejemplos, porque creo que mucha de la investigación que se ha hecho aquí sobre la comprensión de las enfermedades, cómo monitorizarlas y cómo controlarlas es otro de los puntos relevantes de lo que aporta el Irec. También en tóxicos somos un centro referencial o en la comprensión del impacto de los fitosanitarios en la fauna silvestre, a todos los niveles, ya sean fertilizantes o pesticidas, así como los efectos letales y subletales, igualmente introduciendo la interdisciplinaridad, que ha permitido buscar soluciones que pasan no solo por prohibir los químicos, sino por optimizar el uso de los que se aprueban. Otra de las investigaciones históricas del Irec ha sido el impacto del plomo ambiental en la fauna silvestre, tanto el que viene de caza como el de minería. Por supuesto, la línea de reproducción, con los estudios sobre la biotecnología aplicada a la reproducción in vitro de fauna. Recientemente, María Josefa Soler acaba de ganar un premio de AgroMujer, justamente en la línea de investigación y los impactos que tiene en producción en ganadería, pero también en la producción cinegética o incluso en conservación. Parte de lo que se ha conseguido también en el Irec es el trabajo en sí de la valoración de la sostenibilidad cinegética. Sostenibilidad, al menos, ecológica, es decir, evaluar si la caza actual es sostenible o no en distintas especies y en función de qué parámetros.
Otro aspecto es el trabajo referente a las enfermedades transmitidas por ácaros o insectos, que pueden tener un impacto en el bienestar animal y en el humano.
No se trabaja en la sanidad animal de forma aislada, sino integrando la comprensión, como decía, de los factores ecológicos que influyen, es justamente el concepto de 'una salud', que integra la sanidad animal y la humana y también la salud del ecosistema como parte de un todo, donde entra la conservación de la biodiversidad, el hábitat, y cómo el hecho de tener ecosistemas alterados afectan a la dinámica de transmisión de enfermedades.
Este espacio lo que hace es servir a muchas administraciones para luego tomar decisiones.
Cuando digo somos un referente y que nos piden muchas cosas sí que me parece particularmente importante la cantidad de contratos de servicios que tenemos con administraciones, desde luego regionales pero también el Ministerio, tanto en sanidad como en gestión cinegética o conservación, así como a nivel europeo. Ahora mismo tenemos contratos de asesoría de servicios a nivel europeo tanto en toxicología como en sanidad y en gestión cinegética. Creo que es importante saber que estamos tanto a nivel nacional como internacional en varios consorcios científicos.
Un aspecto que hay sobre la mesa del Irec es el Museo de la caza.
El Museo de la Caza empezó a gestionarse cuando estaba Rafael Mateo (el anterior director), como bien se sabe. Él ha estado muy implicado en el tema y yo he ido también como vicedirectora a casi todas las reuniones. Rafael hizo, aunque no él solo, un trabajo excepcional, con la exposición Caza, un desafío en evolución que estuvo en el Museo de la Ciudad Real, donde fue su coordinador científico. Parte de la idea que teníamos desde el Irec es que el Museo de Caza retomara el espíritu de lo que fue la exposición y se agrandara. Casi todas las reuniones en las que yo he estado como vicedirectora iban en ese ámbito y ahora estoy menos enterada de los avances.
Llega a la dirección en un momento crítico, con un conflicto entre el mundo agrícola y ganadero, con la búsqueda de renaturalizar el medio ambiente, y también el impacto de la caza. ¿Cómo se conjuga la parte económica y la ambiental?
Como dice el dicho: lo óptimo es enemigo de lo bueno. Entonces, es cierto que lo óptimo a nivel ecológico sería volver a una agricultura como la del siglo pasado. Eso no es lo bueno a nivel social, ni para muchas otras cosas. Lo que pasa es que en estas protestas, se mezclan muchísimas cosas. Las protestas reflejan un malestar que es real, pero que tiene muchísimas causas, y no todo el mundo que protesta, lo hace por las mismas cosas. Hay un gran malestar en el sector porque las cosas están cambiando demasiado rápido, tanto en España como en la Comunidad Europea, pero dentro del sector agrícola ahora mismo hay gente que está a favor de algunos de estos cambios y otros que están en contra. Parte del malestar es comprensible, pero eso no quiere decir que ese malestar se solucione dándole la razón a todo lo que se pide. Por ejemplo, no se soluciona a largo plazo el problema usando el agua como hasta ahora o los fitosanitarios como hasta ahora. En algún momento hay que atajar eso. Lo mismo ocurre con la presión cinegética. Vivimos en un mundo cambiante, demasiado cambiante, donde la fauna está teniendo múltiples presiones, una de ellas es la presión cinegética y no siempre es la más importante, y es cierto que una de las grandes quejas que siempre salen en sectores como la caza es que es mucho más fácil de regular que la agricultura, y por eso limitar la caza es la "solución fácil". Pero el hecho de que realmente las especies no se van a recuperar si no se tratan las dos áreas simultáneamente, no es suficiente argumento para decir que hasta que no se solucione la agricultura yo no hago nada en el mundo cinegético.
Es ahí donde la investigación puede opinar.
Parte de lo que intentamos hacer es buscar soluciones y predecir el impacto ecológico y social de escenarios distintos que integren los impactos tanto ecológicos como sociales. Si pudiéramos, nos gustaría integrar en nuestros estudios también las valoraciones económicas de los distintos escenarios, pero a medio y largo plazo, no solo a corto plazo. Eso sí que se puede atajar desde el punto de vista de la investigación. Una vez tienes investigaciones que te predicen las posibles consecuencias de escenarios distintos, pues luego puedes decir, que por aquí se podría llegar a cierto punto.
La clave es la transferencia, entiendo.
Hay que fomentar, optimizar y visibilizar más esa parte de transferencia que hacemos, que es múltiple, y abrirla a más sectores. La ciencia es el mejor elemento para tomar las decisiones, independientemente de que los resultados científicos vayan en el sentido que uno quiere o no, El problema es luego su aplicación práctica. Uno de los problemas que tiene todo lo que tiene que ver con la gestión de fauna silvestre, es la parte de emociones. En la parte caza hay gente que emocionalmente está o totalmente a favor de la caza o totalmente en contra y esta emocionalidad prima a veces sobre la racionalidad de las ventajas o desventajas de una situación u otra. Incluso cuando no estamos en especies cinegéticas, esa emocionalidad se ve también con otro tipo de fauna, como los gatos de las colonias o las cotorras argentinas. Esto complica todavía más la transferencia del conocimiento.
¿Es muy difícil decir que la actividad cinegética es buena para el medio ambiente?
Hay cierta caza que es buena para el medio ambiente, si se hace de una manera correcta, adecuada y beneficiosa. La gestión es esencial. Hay mucha gente que piensa que la naturaleza tendría que ser prístina y no tocarse, pero eso es un cuento de hadas. En el mundo actual, realmente toda la naturaleza que tenemos es naturaleza gestionada, en un sentido o en otro, o bien una gestión de conservación o de promoción, o de control de otro tipo de cosas. A mí cuando me dicen: '¿tú crees que la caza es buena o mala?'. Me pregunto si el cine es bueno o malo, el móvil es bueno o malo…. Todo depende de cómo lo uses. No puedes atribuirle una cualidad específica a una actividad. ¿Es bueno el deporte? Si te pasas, también es malo. Es una pregunta que ya está cargada de intencionalidad.