La escultura al Maestro Luis Ibáñez Fernández es un «reconocimiento muy merecido, que quizás llega algo tarde» pero que llena de «orgullo y satisfacción» a su familia, quien durante el acto mostró su alegría y agradecimiento al pueblo de Valdepeñas por «el trato y el cariño que se ha dado a la familia Ibáñez». Son las palabras de Fernando Ibáñez, nieto del músico homenajeado. «Estamos muy contentos», afirmó en declaraciones a La Tribuna.
Asegura que su abuelo, Luis Ibáñez Fernández, maestro de capilla, «sabía mucho de armonía y composición» y recaló en Valdepeñas «por casualidad». Natural de Sigüenza (Guadalajara) llegó a la ciudad del vino para tocar en un concierto en sustitución de un compañero que cayó enfermo. Fue entonces, recuerda su nieto, cuando se enamoró de la ciudad, del vino y de su gente. En Valdepeñas nacieron sus cuatro hijos, ya fallecidos, todos dedicados a la música. En la familia Ibáñez se respiraba la música.
«Fue generador de una saga de músicos y de forma altruista enseñó a muchos vecinos». La música fue su vida, sentencia. La ciudad «le debe mucho a mi abuelo», pues inculcó a los valdepeñeros «el amor a la música». Además de formar la banda de música, que por aquel entonces no había, creó una rondalla que «fue premio nacional», y eso generó y animó a que mucha gente de Valdepeñas se haya dedicado a la música en un pueblo donde años atrás «no había tradición musical». En su momento, señala, fue un oasis.
Todo ello, continúa Ibáñez, sin olvidar que gracias a él, la Virgen de la Consolación, patrona de la localidad, tiene himno. Fue él quien lo compuso, y «es un himno muy querido por los valdepeñeros». «Me llena de orgullo, pues cuando suben a la Virgen y lo cantan es muy bonito y bastante emotivo», señala con satisfacción. «A día de hoy, las generaciones actuales no conocen al maestro Ibáñez, tendrían que ser ahora octogenarios. Yo tenía un año cuando falleció, pero sigue siendo muy querido, de hecho ha habido gente que se ha puesto a llorar cuando ha visto la escultura», argumenta, por lo que «está muy bien que se conozca su vida y su historia», sentencia. «La familia Ibáñez era gente muy querida en el pueblo. Eran personas sencillas, prudentes y lo que han hecho siempre ha sido trabajar», enfatiza su nieto.
Por todo ello, insiste, es un homenaje «muy esperado y merecido», por lo que Ibáñez agradeció al Ayuntamiento valdepeñero, en especial a su alcalde, Jesús Martín, su empeño e interés por instalar esta escultura en su recuerdo. «Es una gran satisfacción», subrayó orgulloso. «Para la familia es muy satisfactorio pasar por esa calle y ver el busto, en este caso, de tu abuelo es muy emocionante. Estamos muy contentos y muy orgullosos», manifestó al tiempo que lamentó que sus cuatro hijos, ya fallecidos, «no hayan podido verlo» pero seguro, apuntó, que «desde el cielo estarán celebrándolo».
Sobre la escultura, Ibáñez manifestó que «se trata de una figura muy trabajada y muy estudiada», pues su escultor Juan UP «ha sabido transmitir toda esa información que ha recopilado». «Tenía ganas de hacer una obra bonita, y le ha quedado bien. Me ha sorprendido gratamente. A la familia, y a mí especialmente, nos ha encantado». Además, continúa relatando, en los muros de la plaza se ha pintado un pentagrama con «las notas del himno de la Virgen de la Consolación».