Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


Nuestro Joe Biden particular

26/09/2024

A los efectos prácticos y reales es lo mismo y pueden llegar a tener la misma repercusión dañina en la gobernanza de sus respectivos países, tanto los olvidos, las confusiones y los lapsus del presidente Joe Biden, como las trolas compulsivas y los 'cambios de opinión' de nuestro presidente, según sople el viento. En ambos casos, por distintos motivos, es muy cuestionable la capacidad para poder gobernar con plena normalidad. 
Desde el punto de vista del sufrimiento social de las consecuencias, es equiparable la disminución de la capacidad mental de uno, debido a la edad, con los bandazos, los escándalos y el asalto colonizador de las instituciones del otro, debido, en este caso, a que uno no puede modificar su propia naturaleza y, al parecer, en las personalidades psicopáticas se da una menor densidad neuronal en la zona cerebral donde se registran las emociones. Exclusivamente desde este punto de vista, da igual alcanzar el caos por la demencia senil que por la perseverancia enfermiza para mantenerse como sea en el poder, sobre todo si soslayamos la reflexión ética sobre las causas de la perversión humana y la existencia del mal.
En este sentido, no consigo dejar de ver o vislumbrar alguna relación entre una demencia y otra, entre el olvido y la intencionalidad maligna. Observen a nuestro Joe Biden particular cuando prometió que con Bildu no iban a pactar; «si quiere lo digo cinco veces». Cuando dijo que «lo que se produjo el pasado 6 y 7 de septiembre en el Parlament de Cataluña se puede entender como un delito de rebelión»; cuando dijo que «sería un presidente del Gobierno que no dormiría por la noche», respecto de su negativa a pactar el Gobierno con Podemos; cuando dijo que «el final del populismo es la Venezuela de Chaves, la pobreza, las cartillas de racionamiento, la falta de democracia y sobre todo la desigualdad»; cuando manifestó que no iba a «permitir que la gobernabilidad de España descanse en partidos independentistas»; cuando dijo que «el señor Torra no es ni más ni menos que el 'Le Pen' de la política española»; cuando se preguntó «qué sentido tiene que un político indulte a otro», contestándose él mismo que «ninguno»; cuando aseveró que la amnistía no cabe en la Constitución; cuando la pandemia, los expertos, las mascarillas, los muertos del coronavirus, la policía patriótica, etc., etc., etc. «Un gobierno sin presupuestos no gobierna nada», dijo también, aferrándose hoy al poder sin poder aprobar los presupuestos.
Sea como sea, tenemos a Sánchez para rato. Imagínense cuando lleve treinta años en el poder y tenga la edad de Biden. Cuando se le junten la demencia senil propia de la edad con la acción maquiavélica que subyace en su naturaleza.