Esta semana han empezado a impartir clases en el Sáhara los alumnos de la Facultad de Educación que durante tres semanas, hasta primeros de marzo, enseñarán en los campamentos de refugiados de Tinduf. Una iniciativa que este año llega con un proyecto educativo basado en el aprendizaje-servicio, una metodología que implica a los estudiantes en una actividad a la vez que aprenden en clase. «En estos primeros días nos organizamos», explicó la profesora de la facultad, Yessica Segovia, que durante tres semanas acompaña a los alumnos y que se encuentran iniciando su labor docente, trabajando horarios, clases y las programaciones.
«Cada año traemos un proyecto educativo diferente», recordó Segovia y, en esta ocasión, han optado por la metodología de aprendizaje de servicio, para lo que han «buscado y detectado las necesidades» y «se ha generado un proyecto en torno al tema del cuidado de la tierra». «Así, las clases de castellano se plantean desde una metodología físicamente activa» y que conlleva que «toda la gramática, el vocabulario, las letras y los contenidos que se enseñan» vienen determinados por el tema del cuidado del medio ambiente. También se hace lo mismo con los maestros de música, que están preparando un festival de coros relacionado con el cuidado de la tierra, mientras que en educación física se trabaja «en torno a juegos tradicionales». Además, se están realizando materiales en clase artística, que se emplearán por los estudiantes en la clase de educación física.
«Nosotros preparamos este proyecto con ellos desde España a distancia y con las nuevas tecnologías de los últimos años funcionamos muy bien», indicó Segovia, recordando que hay un trabajo con la comunidad educativa saharaui antes de este viaje.
Uno de los estudiantes en prácticas, durante una clase de Educación Física. - Foto: LTCon esta labor, los profesores «desarrollan competencias profesionales como maestros». Segovia recordó que llevan «meses trabajando con los alumnos», que han recibido una formación específica sobre «la ciudadanía global». De hecho, con las novedades que han aportado, se ha notado «mejoría al introducir nuevas formaciones, diferentes dinámicas con las que trabajamos tanto en España como en el Sáhara». No se trata de una estancia para dar clase exclusivamente, «sino que es una formación durante meses» y que sigue al finalizar el viaje «con otras dinámicas de evaluación del proyecto».
La intención es que los profesores obtengan las competencias que podrían adquirir «para el día a día para dar clase» y que en el Sáhara las aprenden «en un contexto diferente y solidario». «Al final, nuestra estancia tiene dos pilares: educación y familia», indica Segovia. «En la parte de educación, los colegios, las madrasas, nos esperan con muchas ganas» porque los estudiantes ven otro modo de dar clases, nuevas actividades y material deportivo y para las escuelas, así como docentes que les sirvan en su día a día. «Por otro lado, para las familias, durante estos 20-21 días que pasamos aquí, la vida es un poquito más alegre y diferente en cada una de las jaimas».
En esas familias se han integrado alumnos como Carla Molina, quien confía en «sacar nuevos conocimientos y nuevas ideas sobre este lugar y sus costumbres» y aprender a desenvolverse en el aula, tras trabajar en un sitio tan distinto al que está acostumbrada.
Entre los 60 estudiantes también se encuentra Francisco José Luna, quien se ha mostrado sorprendido de ver cómo esta zona, que «ha ido evolucionando a lo largo de estos años». «Lo que me quiero llevar yo de aquí es haber realizado una gran labor social y educativa como futuro docente y recopilar las máximas experiencias positivas posibles y aprender de las negativas».
Por último, Lucía Lucas afirma que tenía siempre claro que quería ir al Sáhara. «Es una oportunidad de estas que se presentan solo una vez en la vida». Durante toda la formación, explica, le han ido poniendo en contexto ante la vida que se iban a encontrar en el campamento de Tinduf, pero «tanto a nivel familiar como escolar no tengo pega alguna, las familias son encantadoras», indica, y recuerda que están en un espacio donde «se han criado sin nada», pero «dan absolutamente todo». Su actitud, comentó, le hace ver que «lo material es material, que se es feliz con muy poco y que siempre hay que tener una actitud positiva, porque si hasta ellos son capaces de tener una sonrisa y de ser tan positivos con la vida, por qué a nosotros nos es más difícil».