Hace medio siglo los astronautas estadounidenses Neil Armstrong y Buzz Aldrin pisaban por primera vez la Luna gracias a la misión Apolo 11 de la NASA tras casi una década de esfuerzos tecnológicos y humanos por ganar la carrera espacial. Desde entonces, ningún otro ser humano ha vuelto al satélite a pesar del empeño de las actuales potencias por conocer el Universo.
Sin embargo, las recientes incursiones de países considerados poco espaciales como China, La India o incluso Israel han servido de revulsivo para que la carrera por el firmamento vuelva al primer plano.
Uno de los primeros objetivos de esta nueva pugna es construir una nueva estación orbital lunar multinacional, a unos 400.000 kilómetros de la Tierra, que sirva como apeadero para futuros campamentos humanos en el satélite y como lanzadera para la conquista de Marte.
Por el momento, Europa y su agencia espacial ESA, junto al resto de corporaciones -NASA, de EEUU; Roscosmos, de Rusia; Jaxa, de Japón; y CSA, de Canadá-, está trabajando para lanzar misiones a la Luna y a Marte en la próxima década.
De hecho, la Agencia Espacial Europea, con sede en París, ha decidido incrementar su presupuesto para los próximos cinco años y alcanzar los 14.400 millones de euros para abordar estos nuevos retos, que consisten básicamente en volver a la Luna de la mano de Estados Unidos e ir a Marte para recoger muestras del planeta y traerlas a la Tierra. Dicho nivel de inversión europeo en el espacio es uno de los más elevados alcanzados hasta la fecha y supone un decidido apoyo de la UE en la carrera espacial.
El objetivo de la ESA es que Europa cuente con sus propios cohetes que serán lanzados desde la plataforma espacial que la agencia dispone en Kurú, en la Guayana Francesa, para llevar a cabo la parte que le corresponde de la misión Gateway, la nueva estación orbital lunar.
Una nueva casa
Lo más inmediato es comenzar la construcción de la terminal espacial Gateway, que comenzará a montarse en órbita a partir de 2022 alrededor de la Luna y que, según las previsiones de los países promotores, deberá estar en funcionamiento en 2024.
Según el proyecto, los astronautas llegarán primero a la estación en las cápsulas Orion y desde allí podrán alunizar a bordo de naves reutilizables que actuarán como lanzaderas diseñadas para este fin. En principio, la tripulación será de cuatro cosmonautas en cada misión lunar. El viaje desde la Tierra a la Gateway durará cinco días; una vez allí, dos de los astronautas se quedarán a bordo de la estación mientras los otros dos bajarán a la Luna.
La ESA se ha comprometido a realizar dos módulos habitables de la estación en los que vivirán los científicos. La estancia de los cosmonautas en la sonda Gateway variará dependiendo de su misión: semipermanente, como sucede actualmente con la Estación Espacial Internacional (ISS); temporal, para aquellos cuyo cometido sea bajar desde la terminal orbital hasta el satélite; y de escala, para futuras misiones con destino a Marte y viajes interplanetarios.
Además, la agencia europea realizará el módulo de servicio llamado Spirit, que es aquel que aporta combustible e infraestructura de comunicaciones a la Gateway.
Todos estos módulos se ensamblarán a otros aportados por la NASA, Jaxa, Roscosmos y CSA, aunque será Estados Unidos el país que lidere la iniciativa de construcción de la sonda lunar.
El acuerdo alcanzado entre la ESAy la NASA prevé que puedan ir cosmonautas europeos a la estación orbital y más adelante a la Luna.
Como colofón, la corporación de la UE se ha comprometido a iniciar estudios de desarrollo de una nave que pueda aterrizar en la Luna, así como seguir contribuyendo a las cápsulas Orion en que viajarán los astronautas desde la Tierra hasta la estación espacial lunar.