Siete de la mañana y los primeros rayos de luz asoman. Los quince participantes en el Campeonato de España de Globos Aerostáticos por fin encuentran el lugar ideal para montar sus naves y despegar. Después de soltar tres pequeños globos de helio de referencia en tres distintos emplazamientos, para comprobar la dirección e intensidad del viento, se decantan por unos caminos del sur de la capital, entre Poblete y Miguelturra. Allí descargan sus remolques, colocan las barquillas en tierra, unen sus cables con los globos (velas, en su argot), los inflan con sus potentes ventiladores y después calientan el aire con las espectaculares llamas de los quemadores, logrando la verticalidad. Es el momento de meterse en la cesta, soltar la cuerda de seguridad y volar alto. Entre los inscritos, dos globos del club organizador, el Club Deportivo Manchego de Aeorostación 'María Luisa Cabañero', entre una flota con los mejores especialistas del país.
Unos tras otros van despegando, perlando el cielo de grandes esferas de color que poco a poco se van convirtiendo en pequeños puntos en el aire. Comienza la competición y estos cazadores de corrientes de aire empiezan a surcar las alturas aceptando el desafío de los jueces. Por delante, cuatro pruebas en el primero de los siete vuelos en los que consiste la competición, que empezaba hoy jueves y que se extenderá hasta la mañana del domingo. Pruebas como bajar hasta una diana física marcada en el suelo y arrojar lo más cerca posible del centro un testigo o pequeño saco, o la de pasar por varias balizas aéreas de referencia (vals de cavilación), o alcanzar la máxima distancia dentro de un área o cubrirla en el mínimo tiempo posible, o la prueba denominada 'el codo', que es hacer un cambio brusco de dirección marcando el mayor números de grados posible entre un punto y otro en el cielo. "Los globos aerostáticos es un deporte de mucha precisión y también de estrategia, donde ya se usa mucha tecnología", resume José Prada, uno de los pilotos inscritos, mientras dirige su nave donde gentilmente ha embarcado a La Tribuna.
Cazadores de corrientes de aireArmonía y pilotaje
Durante más de media hora, los aspirantes al cetro nacional descienden y elevan sus naves (incluso hasta los 2.000 metros de altitud) en busca de las capas de viento que desplacen sus velas en la dirección deseada, para ir cumpliendo sus objetivos. Desde fuera, una estampa de paz, tranquilidad y armonía contrasta con lo que se vive dentro de cada barquilla, donde los pilotos ejecutan el frenético ritual de interpretar sus instrumentos de navegación, observar al resto de globos, activar frecuentemente sus quemadores para controlar la altura, o tirar de los cabos con los que controlan las válvulas de la vela que posibilitan la rotación sobre su eje de toda la nave, aunque lo más importante es controlar la autonomía del combustible, con cuatro botellas de 40 litros de propano cada una que tienen que ir conectando a los quemadores conforme se van agotando. Porque, al tratarse de un deporte de riesgo, la seguridad resulta primordial, y de hecho cada aparato está obligado a pasar una 'ITV' anual bajo el paraguas de la Federación Aeronáutica Española, como aclara Susana Cabrera, uno de los integrantes del club María Luisa Cabañero, único de Castilla-La Mancha de esta disciplina.
Pero también hay tiempo para disfrutar del momento, de las impresionantes vistas, del privilegio de ver Ciudad Real desde cientos y cientos de metros de altura, convertida en una pequeña mancha edificada en medio del campo, humilde vecina de Miguelturra y de Poblete, y a una velocidad que no supera los 15/20 kms/h y que permite recrearse con el paisaje. Abajo, las vías del AVE como una maqueta de coleccionista, con un 'pequeño' Avlo estrenando trayecto por Ciudad Real, y los vehículos recorriendo las carreteras y la autovía aparentando coches de juguete dentro de un scalextric.
Tres globos en plena competición, con Miguelturra al fondo. - Foto: Rueda Villaverde
Aterrizaje y recogida
Finalizado el vuelo, llega el momento del aterrizaje (el más 'intenso'), sin un lugar definido. Dependerá del viento, de la orografía de la zona y de su seguridad, huyendo sobre todo del cableado de alta tensión, el gran enemigo de los pilotos. Una vez la barquilla ha tocado tierra, toca mandar las coordenadas GPS a los miembros del equipo y a la organización para que llegue un coche de recogida. Se vuelve a meter la cesta en el remolque, se dobla y empaquetan los 150 kilos de vela, y regreso al lugar de concentración, el Hotel Parque Real, a preparar el vuelo de la tarde y el de los siguientes día de competición. Esta tarde, segundo vuelo, aunque más breve al estar el aire a una temperatura más elevada, lo que dificulta la maniobrabilidad del globo. Por eso estos cazadores de corrientes compiten con el alba a la hora de madrugar, en busca de unas condiciones meteorológicas ideales.
La competición se celebró en los alrededores de Ciudad Real. - Foto: Rueda VillaverdeEl espectáculo del XXXIX Campeonato de España de Globos Aerostáticos no ha hecho nada más que comenzar, con La Tribuna como testigo de 'altura'.
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