Centenares de ciudadrealeños acompañaron, en la tarde del Miércoles de Ceniza, al catafalco con la difunta Sardina en un pasacalles renovado que permitió disfrutar de los últimos minutos de luz del día hasta su crematorio, trasladado este año a la plaza de la Constitución. Esta fue una de las novedades de esta edición: la modificación del recorrido dedicando un itinerario algo más breve de lo habitual y discurrido en sentido contrario, al que asistieron, de riguroso luto, niños y mayores para despedir el carnaval.
Alrededor de las 18.30 horas, la comitiva fúnebre se congregó en la plaza Mayor. Allí, la charanga La Melopea, encargada de amenizar el desfile, comenzó a tocar sus mejores temas y, junto a la compañía teatral Humo de colores, que animó la tarde con malabares de fuego, comenzaron el recorrido por la calle General Aguilera hasta la plaza del Pilar, para seguir por la plaza de Cervantes, la calle Alfonso X 'El Sabio' y retroceder por las calles Postas, Feria y una concurrida calle Toledo hasta el lugar donde se incineró.
Más fotos:
un sentido quijotesco. Este año, el diseño de doña Sardina tomó un enfoque manchego con un «motivo alegórico al Quijote», en un catafalco «renovado porque se ha restaurado este año», añadió la concejala de Festejos, Fátima de la Flor.Al final de este entierro con nombre propio, se celebró el tradicional asado de sardinas, en el que se prepararon «casi 200 kilos», aseguraba De la Flor, y que pudieron disfrutar, con un trozo de pan, quienes despidieron a la difunta y dieron la bienvenida a la Cuaresma con el estómago lleno.