La hermandad de San Antón parece haber encontrado la fórmula para evitar que una de las tradiciones más antiguas de la capital no se pierda, como es la de sus caridades. Un dulce con siglos de antigüedad, que se sirve por San Antón, y que hasta el año 2020 se elaboraba por los hermanos en una panadería de Carrión, la de Senén Buitrago, a donde acudían durante toda una mañana a elaborar caridades. De allí salían centenares de docenas, que luego ellos mismos vendían cerca de la parroquia de Santiago. Senén cerró y la hermandad no encontraba un horno cercano donde les dejaran hornear el dulce, en primer lugar, pero tampoco la fórmula de evitar que la hermandad tuviera que asumir el precio de la harina, tras la pandemia, y tener que trasladarlo a este dulce.
Por este motivo, la hermandad ha encontrado acomodo en el IES Santa María de Alarcos, donde los alumnos del Curso de Especialización de Panadería y Bollería realizan una clase práctica, dando forma y horneando el dulce. «Es para repartir entre los que vengan a las vísperas y los compromisos que tenemos», señaló el tesorero de la hermandad de San Antón, Francisco Muñoz. Unas 50 docenas salieron de las cocinas del instituto. Muñoz recordó que lo importante para la Hermandad es mantener la tradición del dulce, de la hoguera y la torreznada de esta tarde o la bendición de los animales de mañana miércoles.
«Surgió hace tres años la posibilidad de colaborar con la hermandad», indicó el profesor del curso, Agustín Hervás, que se ha encargado de dirigir a los ocho estudiantes que han realizado las caridades. Teresa Calcerrada, alumna y cocinera en Tomelloso, es una de esas estudiantes que ha aprendido algo que «siempre» había querido hacer con esta práctica. «Es una tradición que debe perdurar», indicó.
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