«Más que una novela de terror es literatura psicológica»

D. A. F.
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Sam Valuem se estrena como novelista con 'Una mirada dislocada'

«Más que una novela de terror es literatura psicológica» - Foto: Rueda Villaverde

Sam Valuem es la identidad literaria del ciudadrealeño Pablo Pérez Gonzalo, que estas navidades ha llevado a las librerías su novela Una mirada dislocada (editorial Serendipia), donde aborda una trama de carácter psicológico en tiempos en los que la salud mental está en el debate público. Es profesor de Inglés, pero también ha tenido formación como escritor, lo que le llevó a pasar cuatro años estudiando en una universidad francesa. También es proclive a transitar el camino de la poesía. Parte de esta experiencia en el país vecino la ha incorporado también a la novela.

¿Qué es Una mirada dislocada? Parece una novela muy densa.

Es la historia de un cartero con un pasado un poco complicado y una infancia difícil también, que va a hacer un viaje por la mente y le van a pasar una serie de cosas. Es un viaje a través de una psicología un poquito peculiar, de las vivencias del protagonista, de una voz que escucha en su cabeza que le va a ir diciendo cosas. Habla un poco de los desastres de la mente, más que una novela fantástica o de terror es una literatura psicológica.

¿Qué le llevó a crear una trama para indagar en la mente humana?

Siempre me han interesado ese tipo de historias psicológicas en las que se abordan cuestiones mentales y ese es uno de los temas del libro: la salud mental, los problemas psicológicos de la gente. En lugar de escribir una historia de monstruos externos, de literatura fantástica o de terror en la que al personaje le pasan unas cosas que están alrededor de él, aquí se trata de cosas que están dentro de él. Claro, el personaje percibe lo que le pasa como externo, pero en realidad su problemática es interna, lo que le pasa está dentro de su cabeza. Me interesaba abordar ese universo interior del personaje porque creo que podemos aprender muchas cosas de cómo funciona la mente a la hora de entender la realidad. 

¿Qué le llamaba la atención de la Francia interior para desarrollar ahí su novela?

En realidad, la historia está narrada en una ciudad que tiene un nombre ficticio, pero que existe en realidad. Yo he vivido en esa ciudad cuatro años, que es mucho tiempo. Pasé allí un periodo muy importante de mi vida, de madurez, y vi muchas cosas en esa ciudad. Aunque la historia es ficticia quería tener un punto de realidad para sostener la trama, que es el espacio. Recoge esa vida de la ciudad, esa vida francesa, cultural, ese espíritu que tienen ellos tan particular de vivir las cosas, la gastronomía, la cultura, todo eso quería encajarlo en la novela. El propio apartamento del personaje es el apartamento donde yo viví. Todo es ficción, pero la ciudad existe.

Se dice que la sociedad francesa está en crisis, ¿eso se ve reflejado en la obra?

No es un punto al que yo aluda directamente, pero puede ser que se refleje algo en algunas cosas de la sociedad que afectan efectivamente al personaje en su ambiente más familiar, pero no es un objetivo directo en la estructura de la novela. No es uno de sus temas, pero puede ser que por haber vivido allí haya algo, algún elemento subyacente, que muestre esa crisis de la sociedad francesa que a mí me dio la impresión de que es más individualista que en España. Allí la gente va un poquito más por libre, es un poco más independiente, aunque no sé si eso se ve en la novela.

¿Qué fue lo más complicado al escribir esta novela?

Tuve que eliminar mucho material, unas 150 páginas que tuve que expurgar porque eran redundantes. Lo más complicado quizá fue un personaje que es el que habla con el protagonista, con Pascal. Eso fue lo que más me costó, pensé que no tendría que ser un personaje fantástico, sino que tenía que hacerlo un personaje real, convertirlo en un elemento psicológico personal y real. A mí me pedía el cuerpo hacer una novela de terror, pero al final pensé que era mejor hacer una novela personal, psicológica… Eso fue lo que más me costó, bajarla al suelo y hacerla real.

Esta obra es su primera incursión en el mundo de la narrativa, ¿qué le convenció para dar este paso?

Esto pasó en el verano de 2019. Alguien me regaló un libro sobre el bloqueo del escritor en el que daba unas actividades para desbloquear al artista. Yo empecé a escribir un poco. Cuando llegó la pandemia, vi que tenía mucho tiempo, porque no tenía mucho que hacer en el instituto. Así empecé a dar forma a una historia que tenía en mi cabeza. Como no había otra cosa que hacer salvo ver la televisión o poco más, durante el confinamiento terminé el primer manuscrito que no se ha publicado. Y entonces empecé a escribir otra, que es esta, pero disfrutando.