Clases, exámenes, prácticas, tutorías... La vida del estudiante no es fácil, y más cuando, como sucede en la mayoría de los casos, estos no cursan su formación en su localidad natal. A las responsabilidades y obligaciones académicas propias se añaden en muchas ocasiones otras de índole personal, como la de organizarse y convivir con otras personas, a veces desconocidas, en un mismo domicilio. Y a pesar de todo ello, hay estudiantes, y no pocos, que, además, se ven obligados a compatibilizar esa vida estudiantil con la del trabajador, y lo consiguen.
La Tribuna intentó localizar algunos perfiles de estudiantes-trabajadores y no le fue complicado. Llamando a la puerta de la Universidad de Castilla-La Mancha salieron a abrir varios de ellos, de los que este periódico elegía a tres, que, pese a no sobrarles el tiempo libre, tuvieron a bien relatar las situaciones particulares que les llevaron a convertirse en auténticos héroes sin capa que alternan los apuntes y portátiles con un puesto de trabajo. Cristina, Álvaro y Sara son el vivo ejemplo de que sí se puede llevar una vida de estudiante y, a la vez, de trabajador. Son los 'anti-ninis'.
Cristina Flox tiene 19 años y acaba de finalizar primero de Derecho. Apasionada de la gimnasia rítmica, compitió a gran nivel, proclamándose incluso subcampeona regional individual en el aparato de pelota. Tras dejar la competición, ha ejercido de entrenadora. El año pasado fue monitora en las escuelas deportivas de Aldea del Rey, su pueblo paterno, Fuente El Fresno y Calzada, pero tras obtener la titulación nacional, tanto como de entrenadora como de juez, este año ha ejercido como tal, por lo que casi todos los fines de semana los ha tenido ocupados. En su caso, más que la económica, la razón que le llevaba a afrontar su primer año universitario compatibilizándolo con un trabajo fue más vocacional, de necesidad anímica: «La gimnasia rítmica es algo que me llena, forma parte de mi vida, me hace desconectar».
Sara Nieto (izquierda), Cristina Flox y Álvaro Marqués, durante la entrevista con 'La Tribuna'. - Foto: Tomás Fernández de MoyaDicho esto, también añade que le gusta sentirse relativamente independiente en lo económico, y poder alcanzar así algunas necesidades como la de obtener el permiso de circulación y comprarse un coche propio. ¿Cómo lo consigue? «Organizándome, sacrificando la fiesta. Saliendo poco y estudiando mucho». El resultado han sido «algunos momentos de agobio», pero un gran éxito académico.
Álvaro Marqués es un valdepeñero de 24 años que acaba de finalizar Derecho. Está a punto de presentar su TFG (Trabajo de Fin de Grado) y tiene previsto matricularse en el Máster de Acceso a la Abogacía. Ha cursado su carrera gracias a la ayuda de becas, pero su situación familiar le obligaba a buscar ingresos extras. Por ello, ha trabajado de becario en el Rectorado, de camarero en un hotel, colabora en un bufete y los veranos se los pasa en el campo recogiendo uvas o aceitunas. Todo es poco para poder costearse su vivienda y manutención en Miguelturra, intentar no renunciar a algo de ocio, y para ayudar también en su casa. «Cuando es algo que tienes que hacer, no te queda otra que organizarte. No es lo más aconsejable para un estudiante, pero sí se pueden compatibilizar ambas cosas», razona este futuro abogado penalista, que pese a todo cree que «siempre hay tiempo» para el ocio y el descanso.
De Valdepeñas es también Sara Nieto. Tiene 18 años y acaba de finalizar primer curso de Magisterio. Desde pequeña se ha imaginado siendo maestra de primaria y, tras dudar con la enfermería, este año comenzaba la carrera. En la capital vive con su hermana y, al igual que en el caso de Álvaro, las matrículas las tiene aseguradas por las becas oficiales, aunque necesita más. Por ello, desde febrero ha compaginado sus estudios universitarios con un trabajo de camarera en Foster's Hollywood. «Organizándote bien, es algo que a mí no me está costando demasiado», afirma sin atribuirse ningún tipo de mérito, aunque lo tenga. El dinero que obtiene lo emplea «para lo mío», aunque no se refiere exclusivamente al ocio, sino también a poder contribuir económicamente con los gastos en el domicilio familiar. Destaca como factor muy importante el buen ambiente que se ha encontrado en su puesto de trabajo, donde ejerce una labor exigente pero «en un buen ambiente, con buenos compañeros».
Comunicación Audiovisual, danza clásica y Decathlon
Otro ejemplo de que, organizándose, es posible compaginar estudios universitarios con un trabajo remunerado es Ana Molina. Esta ciudadrealeña, tras aprobar con brillantez el Bachillerato y la EvAU, se trasladaba a Madrid para empezar sus estudios de Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III. Acaba de finalizar el tercer curso, así que ya ve cerca su futuro laboral, que pasaría por dedicarse al mundo del cine o la fotografía.
Los tres estudiantes de la UCLM, en el campus universitario de Ciudad Real. - Foto: Tomás Fernández de MoyaVive con su madre y su hermano en Rivas, por lo que la residencia no supone un sobrecoste para ella. Sin embargo, necesita el dinero para poder hacer realidad un objetivo que, mucho más que un capricho, es una necesidad: adquirir una buena cámara fotográfica, valorada en casi 2.000 euros.
Hace poco regresaba del Reino Unido, donde ha estado disfrutando de un Erasmus, y tras su vuelta a la capital de España retomaba su rutina diaria: estudiar, trabajar en el Decathlon de Rivas y dar clases de danza clásica en la academia The Place Dance Estudio. Además, cuando saca tiempo y pasa algún fin de semana en Ciudad Real, no duda en impartir clases en la academia Quijote en Danza.
Ana Molina reconoce que llevar este frenético estilo de vida resulta sacrificado y que le produce «envidia» cuando sus amigos pueden realizar planes de ocio en los que a ella les resulta complicado encajar. No en vano, habitualmente sale a las diez de la noche de trabajar, y al día siguiente le espera un madrugón para asistir a clase. «No queda otra que salir poco y planificarse mucho», afirma la ciudadrealeña.
Ana Molina, durante una de sus competiciones de danza. - Foto: LTAna Molina no concibe su vida sin la danza clásica. Desde pequeña la ha practicado, compitiendo en prestigiosos certámenes nacionales e internacionales y logrando importantes premios. Forma parte de su ser y, mientras pueda, hará que le acompañe en durante etapa de formación.
Para los cuatro, ahora llega el verano, y esto significa que podrán descansar, pero solo de sus obligaciones académicas. El trabajo continúa, y en los tres casos, en el horizonte ya se vislumbra otro año en el que podrán responder con un rotundo 'ambas cosas' si alguien les formula aquella antigua pregunta ya en desuso de «¿estudias o trabajas? Ellos han demostrado que sí se puede.