Pasear por los soportales del parque Juan Pablo II de Ciudad Real, o por sus calles aledañas, en especial las cercanas al abandonado nuevo auditorio, supone una desagradable experiencia para la vista de cualquiera, y más para la de los propios vecinos del barrio. La suciedad y, sobre todo, las numerosas pintadas en las fachadas, conforman el incómodo paisaje en esta zona de la capital. Una triste imagen de la que era testigo La Tribuna durante una visita guiada por unos ciudadrealeños que piden al Ayuntamiento que, de una vez por todas, ponga fin a esta situación.

Según apuntan este grupo de vecinos, residentes en una urbanización de la calle Barcelona, el gran foco de generación de residuos, ruido y la proliferación de grafitis es el olvidado esqueleto del frustrado proyecto de nuevo auditorio, lugar de reunión elegido por jóvenes y menos jóvenes. A esto se suma que la zona de los soportales del parque también es frecuentada por unas personas carentes de educación cívica y el mínimo respeto a la comunidad. «El barrio es una vergüenza, esto es horrible, aquí nadie cumple las leyes», clama Mercedes Olalla, titular de una farmacia que, a los pocos días de estrenar las instalaciones tras una costosa reforma, veía como su fachada amanecía garabateada.

Klaus Symanek es uno de los vecinos que residen en el número 4 de la calle Barcelona. De origen alemán pero ya con corazón ciudadrealeño, lamenta una situación que afecta gravemente a la imagen del barrio y que, añade, impide la llegada de nuevos negocios. «Nos están fastidiando la zona», dice, resignado ante las «largas» que les está dando el Ayuntamiento cada vez que reclama una solución: «Es una cuestión de voluntad política, de cambiar la ordenanza para empezar con algo. No exigimos una solución total al problema, pero por lo menos que se empiece a hacer algo». Klaus añora una Ciudad Real más limpia y más cívica, y propone que a los jóvenes se les inculque unos valores y una educación que en muchos casos brilla por su ausencia.

«Lo de este barrio es una vergüenza» - Foto: Tomás Fernández de Moya

De momento, esperan con expectación las novedades anunciadas por el Ayuntamiento con respecto al auditorio fantasma. En breve se realizará un estudio para valorar el modo más productivo de empezar a recuperar la instalación. Un primer paso para dotar de funcionalidad a un espacio que, de este modo, resultará menos atractivo para los que ahora lo utilizan como lugar de reunión y que, en algunos casos, han provocado a los vecinos sentimiento de «inseguridad y miedo».