Carlos Rodrigo

Entre columnas

Carlos Rodrigo


Por encima de todo

08/07/2024

Coincidí el otro día con un grupo de diecisiete y dieciochoañeros que andaban de encuentro vespertino y piscinero, entre festivo y melancólico, por eso de que emprendían vacaciones y atisbaban en el horizonte un año diferente e inolvidable que aguardaba con nuevas aventuras, por eso de que ya les sería difícil coincidir en bastante tiempo.
Unos más cerebrales, otros más osados. Los que querían irse de casa a toda costa. Los que quería estudiar algo a toda costa. Los más pragmáticos que estudiarían aquello para lo que pidieran más nota y les diera. Aquel que decía que se mataría a estudiar porque sacándose la carrera y eligiendo bien el master tendría trabajo seguro. Aquel, hijo y nieto de funcionario, que estaba ya pensando donde se iría de Erasmus, porque la carrera sería un oasis de diversión responsable, ya que luego empezaba para él 'la verdadera carrera' cuando le tocara opositar. El manitas del grupo que haría una FP y se quedaría en el taller del padre ganando más dinero que todos los demás juntos durante los siguientes diez años. El que no sé comía la cabeza e iba a estudiar lo mismo que sus padres. El que iba a estudiar lo que fuera menos lo mismo que sus padres para regocijo suyo y gran disgusto de sus padres. El que llevaba diecisiete años sin estudiar y sonreía feliz ante el horizonte de alargar el chicle todo lo posible. El que ya vería que haría en el último momento. Al que le daba la nota para todo y no le gustaba nada, y viceversa… En fin, nada nuevo bajo el sol.
Solemos exigir a los chavales lo que nunca nos exigimos a nosotros mismos y les hacemos esas horribles preguntas de psicología de supermercado de ¿pero a ti que es lo que más te gusta?, ¿dónde te ves dentro de cinco años? O la más terrorífica de ¿cuál es tu vocación? Con esas nefandas coletillas de: piénsalo bien, esto va a marcar tu futuro, es una decisión vital, que tanto ayudan cuando una vez que nos estrellamos aparece la ineluctable y lapidaria frase que ha producido más muertos y depresiones que las bombas y las tardes de los domingos de: TE LO DIJE.
 Como si los que le disparamos con esas preguntas, siempre tipos provectos, supiéramos todavía qué queremos de la vida o si no estuviéramos trabajando en algo que ni sabíamos que existía cuando a su edad estábamos en la piscina chinchando, llorando, flipando, envidiando o consolando a nuestro colega por su nota de selectividad…
Me piden que les haga una foto de grupo, siempre falta alguno, el que ha ido a buscar la guitarra o se ha entretenido con una rubia o con un moreno en el bar de la piscina. Ojalá sigan siendo amigos mucho tiempo y no caigan en la necia trampa del talento sobre la que escribiremos otro día. Hoy, toca disfrutar de los amigos, gracias a Dios para eso aún no les exigen nota de corte.