Carmen Panadero, escritora cordobesa afincada en Ciudad Real, presenta esta tarde El hijo converso de Jaime I, una obra con la que se convirtió en finalista del Premio Onuba y que esta tarde presentará en un acto que se desarrollará en el convento de La Merced, en Ciudad Real, a las 19.00 horas.
A pesar del título, la autora resalta que su protagonista «no es un hijo de sangre de Jaime I, no es un hijo biológico, sino que es un hijo adoptivo, un pupilo», el hijo del gobernador almohade de Mallorca que fue entregado como rehén junto a su hermana en la conquista de la isla (1229). Aquel niño que tenía 12 años cuando evitó la esclavitud bajo la protección del monarca, al cabo de los años en la corte aragonesa se bautizaría como cristiano y adoptaría el nombre de Jaime de Gotor.
En este sentido, Panadero advierte que «toda la vida el rey lo estuvo protegiendo como si fuese hijo suyo, de hecho, le quiso más que a algunos de sus hijos de sangre». A ello añade otro dato histórico, puesto que este personaje «fue el tatarabuelo del Papa Luna, Benedicto XIII», es decir que el barón de Gotor se convirtió en parte de la más alta nobleza aragonesa.
Panadero reconoce que no tuvo especiales problemas para trasladar su habitual ambientación en el entorno del califato de Córdoba a la Corona de Aragón. «En Al Ándalus está todo relacionado», precisa, por lo que la principal dificultad fue centrarse en la documentación adecuada. «Hay muchas crónicas cristianas contemporáneas de los hechos», apunta, pero no tantas en la parte islámica, «no había crónicas arábigas relacionadas con Mallorca», lo que contrariaba su actitud de escribir sus novelas desde ambos bandos. «Había una crónica que estaba perdida desde el siglo XVII, pero finalmente, justo cuando yo me estaba documentando para esta novela, apareció en Tinduf, al suroeste de Argelia, y fue traducida por Guillermo Roselló Bordoy, que es un medievalista y arabista mallorquín», refiere. De este modo, la citada crónica llegó a sus manos justo a tiempo.
La escritora señala que a pesar del respaldo de Jaime I, su ahijado fue discriminado como mozárabe. «Cuando el rey no estaba, los nobles, si podían tratarlo con frialdad, si podían tratarlo con distancia, lo trataban con distancia y le hacían sentir que no era uno de los suyos», aunque a su descendencia ya se le dio un trato diferente.
Esta obra ha sido reconocida como finalista del Premio Onuba de Novela en su edición de 2022, un galardón al que Panadero eligió concurrir por no contar con una dotación económica, lo que le produce desconfianza. «Elegí ese premio porque solamente consiste en la publicación de la novela», afirma, pero a pesar de ser sólo finalista, la editorial decidió publicarla.
La autora, que se ha especializado en abordar la historia andalusí en sus libros, reconoce que hay un gran número de lectores pendientes del género, en parte por el interés de conocer los hechos del pasado, pero también porque «tiene un compendio de actividades, traiciones, venganzas, que la convierte en la mejor novela de aventuras y además son nuestras raíces».