El enoturismo en la provincia de Ciudad Real ha experimentado un notable crecimiento en los últimos años, consolidándose como una opción atractiva para quienes desean combinar la pasión por el vino con la riqueza cultural y natural de la región. Este auge se refleja en la proliferación de bodegas que abren sus puertas al público, ofreciendo experiencias que van más allá de la simple degustación.
Fernando Buitrón, comunicador y consultor en comunicación y marketing gastronómico, destaca que, aunque Castilla-La Mancha está avanzando en este ámbito, aún queda camino por recorrer: «Aquí en Castilla-La Mancha estamos poco a poco creciendo en enoturismo pero todavía estamos muy en pañales con respecto a otras localizaciones». Buitrón señala que regiones como Burdeos o Borgoña en Francia, y en España zonas como La Rioja o Ribera del Duero, llevan ventaja en la consolidación del enoturismo como activo turístico de importancia.
La provincia de Ciudad Real cuenta con una diversidad de bodegas que han apostado por el enoturismo, ofreciendo visitas guiadas, catas y actividades relacionadas con la cultura del vino. Entre ellas se encuentran Bodegas Lahoz en Socuéllamos, Bodegas Real en Valdepeñas y Pago del Vicario en Las Casas. Estas bodegas, por ejemplo, permiten a los visitantes sumergirse en el proceso de elaboración del vino, desde el viñedo hasta la copa, brindando una experiencia enriquecedora y educativa. Hay otras bodegas, comenta Buitrón, que están empezando a hacerlo como Encomienda de Cervera o Quinta de Aves, «aunque esta última es una visita profesional y no abierta al público».
Buitrón subraya la importancia del storytelling -contar una historia de forma significativa y detallada- como una herramienta clave para potenciar el enoturismo en la región. «Lo más interesante del enoturismo es que un producto como el vino, que tiene una componente social muy potente, le otorga el storytelling de su origen, de dónde viene», comenta. Según él, integrar las historias detrás de los vinos, como el proceso de elaboración, las características del suelo o el clima de los viñedos, enriquece la experiencia de los visitantes y añade valor al producto. «Cuando alguien se lleva una botella de vino a casa, también se lleva un pedacito de esa experiencia», explica.
La clave para fortalecer el enoturismo en Ciudad Real reside en la creación de marcas sólidas y experiencias integrales. Buitrón detalla que es fundamental que las bodegas ofrezcan productos embotellados con identidad propia, ya que «la marca es lo que te vincula al territorio y lo que te vincula al territorio es lo que hace atractivo al turismo». Además, sugiere que las bodegas colaboren con otros sectores locales para ofrecer paquetes turísticos completos que incluyan gastronomía, cultura e historia, enriqueciendo así la oferta enoturística.
Un ejemplo destacado de integración entre patrimonio y enoturismo es Tomelloso, una ciudad que alberga alrededor de 2.500 bodegas subterráneas dedicadas al almacenamiento de vino. Estas cuevas, conocidas como 'lumbreras', fueron construidas hace más de 200 años y han contribuido a que Tomelloso se convierta en el mayor productor de alcohol vinílico del mundo. Además, la localidad cuenta con los bombos, singulares construcciones de piedra caliza sin argamasa utilizadas históricamente como viviendas de labranza. La Ruta de los Bombos, un sendero de 17 km, permite recorrer viñedos y descubrir estas estructuras, ofreciendo una experiencia única que combina naturaleza, arquitectura y vino.
En cuanto al potencial de la provincia, Buitrón destaca que Ciudad Real posee una gran diversidad de paisajes y suelos únicos, como los terrenos volcánicos de Campo de Calatrava. «El vino que se cultiva en suelos volcánicos aporta una singularidad al producto, y eso debe ser aprovechado como una ventaja competitiva», asegura. Añade que el turismo vitivinícola en la región debería posicionarse como una experiencia integral, en la que el visitante pueda disfrutar no solo del vino, sino también del entorno, la gastronomía y la historia del lugar.
Otro aspecto crucial, según el consultor, es la necesidad de crear sinergias entre bodegas y otros actores del turismo local. «Las bodegas no deben estar solas en este esfuerzo. Es vital colaborar con hoteles, restaurantes, oficinas de turismo y museos para crear paquetes turísticos completos que incluyan catas, visitas guiadas, degustaciones gastronómicas y recorridos culturales», detalla. Además, sugiere incorporar actividades adicionales como rutas de senderismo, talleres de maridaje y eventos temáticos para enriquecer la oferta. El consultor pone como ejemplo iniciativas que ya están generando impacto positivo, como la Ruta del Vino de La Mancha, que busca integrar diferentes agentes del sector en una propuesta común.
Aunque reconoce que el progreso es lento, valora este esfuerzo como «un paso en la dirección correcta» y destaca que el éxito a largo plazo dependerá de la capacidad de las bodegas para adaptarse y trabajar en conjunto con las administraciones y otros sectores. Él se muestra optimista sobre el futuro del enoturismo en Ciudad Real. «Si logramos vender no sólo vino, sino también el territorio, la historia y la cultura que lo rodean, conseguiremos atraer a visitantes de todo el mundo», desea.