Los líderes de la oposición venezolana, María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, no están dispuestos a que el régimen de Nicolás Maduro pretenda legitimar el fraude cometido en las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio con el único argumento de la violencia. Lejos de amedrentarse ante la represión ejercida por la autocracia chavista en las calles de Caracas, se mantienen firmes en su protesta y anuncian que intensificarán sus llamamientos a los países democráticos para que apoyen la transición en Venezuela y que todo este proceso no termine degenerando en un enfrentamiento civil.
En los últimos días han aparecido nuevos datos que avalan la falta de credibilidad de los comicios celebrados hace menos de tres semanas en el país sudamericano. El informe de Naciones Unidas resulta demoledor. Elaborado por un panel de expertos, concluye que los resultados carecen de transparencia ante la negativa de Maduro a publicar unas actas que puedan certificar su victoria. «No se siguieron las disposiciones legales y reglamentarias nacionales y no se cumplieron todos los plazos estipulados», detallan los enviados por la ONU.
La comunidad internacional se enfrenta en Venezuela a un nuevo reto global, en el que tampoco parece que vaya a salir bien parada. Su incapacidad para resolver conflictos se pone de manifiesto en Caracas, en Ucrania, en Gaza... La mediación de los organismos transnacionales ha vuelto a quedar en evidencia y cada vez son menos los ciudadanos que confían en ellos.
La 'cuestión venezolana' tiene también su vertiente doméstica, tal y como se puso de relieve en la comparecencia del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, el pasado martes en el Senado para exponer la postura del gobierno español ante la crisis. Una sesión agosteña que solo sirvió para demostrar que esa posición la marca el expresidente del Ejecutivo José Luis Rodríguez Zapatero y no Moncloa o el Palacio de Santa Cruz - sede el Ministerio de Asuntos Exteriores-.
Mientras desde España los responsables de la diplomacia continúan deshojando la margarita y poniéndose de perfil para no molestar demasiado al régimen de Caracas, algunos países latinoamericanos están planteando soluciones para salir de este atolladero. Desde Brasil, su presidente señalaba que Maduro «sabe que está debiendo una explicación a todo el mundo». Lula da Silva apuesta por una repetición electoral, solución que respalda también su homólogo colombiano, Gustavo Petro, pero que, con razón, no agrada a la oposición venezolana, a la vista de los antecedentes, el deterioro de las libertades en el país y el desprestigio de sus instituciones.