Luisa Carrascosa y Manuel Rodríguez no solo comparten profesión, también las dificultades con las que se enfrentan cada día como consecuencia de su discapacidad visual. Se casaron en julio de 2010 tras conocerse en Madrid, en la Escuela Universitaria de la ONCE, que pertenece a la Universidad Autónoma, donde se formaron en fisioterapia. Manuel Rodríguez perdió la vista con 23 años, y eso le obligó a reinventarse afiliándose a la ONCE, organización que le dio la oportunidad de formarse en fisioterapia, como lo hizo también Luisa, que sufre déficit visual desde nacimiento. Sus destinos profesionales les separaron hasta que en 2002 se reencontraron, y desde entonces no se han vuelto a separar. «Por el camino hemos perdido unas cosas, pero también hemos ganado otras», comentan.
Luisa nació en La Solana, mientras Manuel es natural de Villablino, un pequeño pueblo de León. Pero a pesar de no tener ninguna vinculación con Manzanares, fue aquí donde decidieron fijar su residencia y ejercer su profesión en el hospital Virgen Altagracia de la localidad hasta hace un par de años, cuando se jubilaron tras más de 25 años de trayectoria profesional a sus espaldas.
Son ejemplo de superación, constancia y trabajo, y eso les llevó el pasado jueves a recibir el premio Capacidad que otorga cada año el Ayuntamiento de Manzanares con motivo del Día Internacional de la Discapacidad, que se conmemoró ayer, 3 de diciembre. Un galardón que no esperaban pero que reciben con «mucha ilusión y responsabilidad». «No hacemos las cosas con intención de ganar un premio, pero es muy gratificante que tus propios vecinos te concedan este reconocimiento tan inesperado». Un galardón que «engorda mucho el ego», pero que va dedicado a todas las personas que les han ido acompañando a lo largo de todas sus etapas y que forman parte de una larga lista, pero también, enfatizan, a todas esas personas con discapacidad, y que como ellos, «intentan llevar una vida lo más normal posible y superando todos los obstáculos posibles». Cada día que pasa «sacamos la cabeza adelante».
Y es que, reconocen, no ha sido un camino de rosas. Muchas han sido las veces que han querido tirar la toalla, pero «gracias a esas personas que han hecho posible que la sociedad sea cada vez más inclusiva» han llegado a lo que son hoy, dos personas con déficit visual integradas en una sociedad en la que «todavía quedan algunos prejuicios que hay que ir eliminando». Hace años, lamentan, la persona discapacitada «se escondía, no hacía nada y se quedaba en casa». Ahora, poco a poco, «las cosas van mejorando» y confían en que las nuevas generaciones «lo tengan mucho más fácil» que ellos, aunque reconocen que aún queda mucho camino por recorrer. «Todavía quedan muchas barreras, pero se irán solucionando con el apoyo de las administraciones y una sociedad cada vez más concienciada». Por todo ello, es «muy importante dar visibilidad a esa realidad y concienciar a la población», pues cuando a las personas con limitaciones, como ellos, se les da la formación y las herramientas necesarias son capaces de llegar a donde se propongan, por lo que «todos los actos que se realizan en torno al Día de la Discapacidad siguen siendo a día de hoy muy necesarios».