En algún periódico he leído que Jadil, el supuesto jardinero de Nicolas Puech Hermès, heredará una fortuna de 10.000 millones de euros, hace mucho tiempo que no cuida el jardín de su señorito, sino que tiene otros menesteres, además de ejercer como uno de los hombres de confianza del propietario de la multinacional de la moda fundada en 1837 por el artesano Thierry Hermès. Pero la realidad no me va a hacer cambiar el titular de este cuento de Navidad que nos reconcilia con la bondad, la generosidad y la buena voluntad de alguien que decide recompensar con una fortuna a su jardinero de origen marroquí y nacionalidad francesa, casado con una sevillana.
Aunque ahora aclaren que la jardinería era sólo una de sus múltiples actividades, mientras cuidaba la finca de Nicolas P. Hermès en Aracena (Huelva) y se diga que en realidad es hijo adoptivo del empresario que ha sembrado de corbatas de seda medio mundo, hay un hecho incuestionable: Jardil pasará de la noche a la mañana – cuando el destino lo decida – a disponer de un patrimonio valorado en 10.000 millones, cantidad que supera la deuda de muchos países en desarrollo. 
En un primero momento, según algunas fuentes cercanas al multimillonario francés de 80 años, este había previsto en un primer momento donar su fortuna a una ONG suiza, de nombre griego (Isócrates de Sión) fundada por él mismo. Pero no quiere dar la sensación de que todo se queda en casa, así que un buen día rectificó y pensó que se acercaba la Navidad y que nadie mejor que su eficaz empleado, Jadil, siempre leal y cumplidor, se merecía este premio gordo, gordo, de lotería. 
Un multimillonario octogenario y sin hijos – aunque no me extrañaría que apareciera algún espontáneo que reclame ser reconocido como tal – no podía celebrar mejor la Navidad que llevándole la alegría y la felicidad a esta familia oriunda, que le ha cuidado como a uno más de su familia.
El espíritu navideño ha vuelto. En las reuniones familiares – en lugar de discutir con el cuñado sobre la amnistía y sus circunstancias - podremos hacer cábalas sobre lo que hará Jadil, de 51 años, con esos 10.000 millones de euros que le dejará en herencia su señorito. A Jardil y a su familia les ha sonreído la fortuna. El día que Nicolas Puech Hermès se despida de este mundo, ellos tomarán el relevo y empezarán una nueva vida, sin el agobio y la preocupación de cómo llegar a final de mes. 
El jardinero inmigrante que luego fue mayordomo, y después encargado de una finca onubense, hasta llegar a convertirse en el hijo que no había tenido el propietario de una de las firmas de moda más importante del mundo merece este cuento navideño con final feliz. 
Aunque también podríamos recurrir al viejo aforismo de que no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita. O, si lo prefieren, este otro, muy parecido: no es más feliz el que tiene más dinero, sino aquel que mejor sabe disfrutarlo.