El acuífero de Mancha Occidental baja más de un metro

M. Lillo
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La comunidad de usuarios de la masa I pedirá incrementar el volumen de agua para regadío al mismo nivel de 2019, al igual que la masa II, por lo que ambas pedirán 1.500 y 2.000 metros cúbicos por hectárea

El acuífero de Mancha Occidental baja más de un metro - Foto: Rueda Villaverde

A pesar de la lluvia que se ha registrado en las últimas semanas, con hasta 135,2 litros por metro cuadrado en el mes de octubre en la capital, el balance del acuífero es negativo. Las Comunidades de Usuarios de Aguas Subterráneas (CUAS) Mancha Occidental I y II, que ocupan gran parte del antiguo acuífero 23, reconocen que los niveles acumulados de agua han descendido en más de un metro en el último año.  

«Aunque ha llovido, no se ha recargado nada a nivel subterráneo», detalló el presidente de la Masa II, José Joaquín Gómez, quien explicó que de momento el agua se la ha bebido el terreno, de manera que el nivel piezométrico está «un metro por debajo del año pasado y así se ha cerrado el año hidrológico», que abarca hasta el 30 de septiembre. 

El responsable de esta masa, que aglutina a más de 9.000 usuarios de municipios como Alcázar, Tomelloso, Manzanares o Argamasilla de Alba, no espera, por tanto, sorpresas en la dotación de agua para regadío. Considera que la CHG planteará que se quedarán como están, con 1.275 metros cúbicos por hectárea para cultivos leñosos y 1.700 para herbáceos, tras el nuevo recorte del 5 por ciento aprobado el año pasado. Sin embargo, su CUA pedirá volver a las dotaciones de 2019, con 1.500 metros cúbicos por hectárea para leñosos y 2.000 para herbáceos. 

La misma postura comparte la Masa I. En este caso, el nivel del acuífero ha descendido entre 1,5 y 1,65 metros en el último año, si bien su presidente, Ángel Bellón, considera que los recortes no son el camino para mejorar el estado de las aguas subterráneas. 

Por esta razón, esta comunidad de usuarios pedirá que se vuelva a las dotaciones del año 2019, que eran de 1.500 y 2.000 metros cúbicos por hectárea antes de que el organismo de la cuenca iniciara una política de recortes a tenor del empeoramiento de la situación para recuperar el buen estado cuantitativo de la masa. 

Bellón defiende que el camino no es cerrar el grifo a los agricultores y poner en riesgo la supervivencia de «miles de familias» en municipios como Membrilla, Daimiel o Villarrubia, que están bajo el amparo de esta masa, sino apostar por una política basada en las infraestructuras en el Alto Guadiana, así como dar servicio a la industria de la zona y solventar la situación de Las Tablas de Daimiel.