"Hay que reducir la dependencia del granel"

J.M.Beldad
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Rafael del Rey, experto en el sector vitivinícola y exdirector general del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), analiza las tendencias actuales, las oportunidades de crecimiento y los desafíos que enfrenta un sector en evolución

Rafael del Rey, experto y consultor del sector vitivinícola - Foto: LT

El mercado del vino se encuentra en plena transformación, marcado por cambios en el comportamiento del consumidor y retos globales como el estancamiento del consumo y la polarización de las preferencias. En este contexto, España, y especialmente regiones como Castilla-La Mancha, juega un papel fundamental, liderando exportaciones y adaptándose a las nuevas demandas del mercado. Rafael del Rey, experto en el sector vitivinícola y exdirector general del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), analiza las tendencias actuales, las oportunidades de crecimiento y los desafíos que enfrenta un sector en constante evolución.

¿Cómo describiría el estado actual del mercado global del vino?

Estamos en un momento complejo. El consumo global está estancado debido a varias razones. Tradicionalmente, Europa había liderado el consumo, pero ahora vemos un descenso. Regiones que habían tomado el relevo, como Norteamérica y China, también están experimentando una bajada. Sin embargo, no todo es negativo: los vinos blancos, espumosos y de baja graduación están mostrando un buen comportamiento en comparación con los clásicos tintos, especialmente aquellos de gama media y altos costes.

¿Qué factores están influyendo en estas tendencias de consumo?

Hay varios elementos en juego. Por un lado, existen tendencias estructurales, como la preferencia por vinos frescos y con menor graduación alcohólica, que están vinculadas a cambios en los estilos de vida. Por otro lado, encontramos factores temporales, como el sobrealmacenamiento en mercados como Estados Unidos tras la pandemia. Además, la economía mundial está en un proceso de polarización, con un crecimiento del poder adquisitivo en ciertos sectores y un estancamiento en las clases medias de países desarrollados. Esto influye directamente en las preferencias de los consumidores.

¿Cómo está afectando esta situación al mercado español?

España tiene un marco muy particular. Somos el país que exporta más del doble de lo que consume. Esto significa que dependemos en gran medida de los mercados internacionales. A nivel interno, el consumo crece lentamente,todavía están lejos de los 11 millones de hectolitros que llegamos a alcanzar antes de la pandemia. En cuanto a las exportaciones, vemos un buen rendimiento en productos como los graneles y el mosto, aunque necesitamos avanzar en la comercialización de vinos embotellados de mayor valor añadido.

Hablando de exportaciones, ¿qué mercados considera prioritarios para España?

Los mercados europeos tradicionales, como Francia, Alemania e Italia, siguen siendo claves. Sin embargo, es fundamental diversificar. Mercados como Reino Unido, Estados Unidos y Asia presentan grandes oportunidades, aunque China está mostrando problemas. En América Latina, países como México, Brasil y Colombia tienen un gran potencial. También estamos viendo interés en África y en algunos países europeos menos tradicionales.

¿Qué papel juega la innovación en este contexto?

La innovación es crucial. Estamos viendo un auge de productos nuevos, como vinos de baja graduación, cocktails a base de vino y otras bebidas derivadas. Estos productos permiten captar nuevos segmentos de consumidores, especialmente entre los más jóvenes. Además, la sostenibilidad y el respeto por el medioambiente son elementos cada vez más valorados, y el vino tiene mucho que aportar en este sentido.

¿Cuál es el mayor reto para el sector vitivinícola español?

 Sin duda, la distribución. Producimos bien y somos competitivos en precio, pero carecemos de una capacidad de distribución sólida. Muchas veces vendemos nuestros vinos a competidores que luego los comercializan con sus marcas. Necesitamos reforzar nuestra presencia en los mercados y aumentar la profesionalización del sector, especialmente en la parte comercial. Regiones como Castilla-La Mancha enfrentan el reto de reducir su dependencia del granel, un modelo que limita el valor añadido y dificulta la competencia con mercados como Francia o Italia.

Hablando de profesionalización, ¿cómo ve la evolución del sector en este aspecto?

Es un área en la que se están dando pasos importantes. Más allá de crear grandes grupos empresariales, lo que necesitamos son bodegas profesionalizadas, especialmente en comercialización. La producción no es un problema, porque sabemos adaptarnos a lo que pide el mercado. El desafío está en conectar con los consumidores y satisfacer sus necesidades.

Incluso se nota en el sector hostelero. Así es. Por ejemplo, las Cámaras de Comercio están haciendo un gran trabajo. ¿Qué salen, 70, 80 o 100 sumilleres al año gracias a sus  cursos? Pues bienvenidos sean. Contribuyen a la profesionalización del sector y hacen que la cadena esté en funcionamiento. A todos nos viene bien que esto funcione.

En cuanto al consumo interno, ¿qué estrategias podrían impulsarlo?

Lo fundamental es adaptarse a los gustos de los consumidores. Los vinos frescos, agradables y fáciles de beber están funcionando bien. También es importante apostar por una oferta variada y accesible, tanto en precio como en presentación. La hostelería juega un papel clave, y debemos seguir formando a profesionales que sepan transmitir la pasión por el vino sin intimidar al cliente.

¿Cree que el precio del vino en la hostelería está influenciando el consumo?

El precio siempre es un factor, pero no el más determinante. Lo que realmente importa es el sabor. Si el consumidor disfruta del vino que se le ofrece, estará dispuesto a pagarlo. Una buena carta de vinos puede ser muy rentable para los establecimientos de hostelería.

¿Qué opina de la situación actual de la Denominación de Origen Valdepeñas?

Valdepeñas tiene un enorme potencial, con viticultores y bodegas muy profesionales. El reto está en lograr un acuerdo entre todas las partes para trabajar juntos en la promoción de los vinos de la región. La colaboración es clave para vender más y mejor, y esto beneficiará a todos los actores implicados.

Fenavin se prepara para su edición de 2025. ¿Qué expectativas tiene al respecto?

Fenavin es un ejemplo de éxito. Es una feria que ha sabido consolidarse como un referente nacional e internacional. Su enfoque en atraer distribuidores y prescriptores ha sido clave para su éxito. Estoy seguro de que la próxima edición seguirá marcando tendencias y será una plataforma para mostrar lo mejor de los vinos españoles.

Para finalizar, ¿cómo imagina el futuro del sector vitivinícola español?

El futuro es prometedor si seguimos adaptándonos a los consumidores, diversificamos mercados y apostamos por la profesionalización. España tiene todo lo necesario para consolidarse como un líder en el mercado global del vino. Pero debemos mantenernos atentos a los cambios y ser flexibles para aprovechar las oportunidades.