El país sigue en estado de conmoción por la catástrofe que ha arrasado varios lugares de la Comunidad Valenciana, Albacete y Cuenca. Una enorme desgracia humana que, además, lleva aparejado unos daños sociales y civiles que tardarán mucho tiempo en ser restañados. ¿Se podía haber evitado esta catástrofe? ¿En Ciudad Real se corre el riesgo de que suceda algo parecido? Estas preguntas y otras las traslada La Tribuna a la Escuela Técnica Superior Industrial de Caminos, Canales y Puertos de la UCLM en Ciudad Real, donde son respondidas por Álvaro Galán Alguacil (1984, Ajofrín, Toledo), profesor titular del Área de Ingeniería Hidráulica y responsable de las asignaturas relacionadas con inundaciones.
¿Cómo se está viviendo en la Escuela la catástrofe por la DANA?
Por un lado, creo que como personas lo estamos viviendo como el resto de la sociedad, mirando hacia Valencia consternados, con una sensación de incredulidad por la gran cantidad de afectados. Siempre que hay pérdidas de vidas por catástrofes naturales te invade esa sensación de vulnerabilidad y de que en cualquier momento eso que está ocurriendo lejos de tu casa puede ocurrir aquí también. Y desde la visión más profesional, como ingenieros de Caminos que somos la mayoría de profesores de la Escuela, y dada la clara vocación de servicio a la sociedad que la profesión conlleva, todos estamos muy pendientes de lo sucedido, tratando de entender los factores y elementos clave que han dado pie a tal desgracia e intentando sacar conclusiones. Un claro ejemplo es la iniciativa del Colegio de Caminos de España que ha desarrollado un plan de ayuda y colaboración colegial para lo que ha creado un Comité de Emergencia del que forma parte el decano de la demarcación de Castilla-La Mancha, Juan Antonio Mesones, profesor asociado de nuestra Escuela.
¿Este tipo de acontecimientos se estudian y se analizan en la Escuela?
En profundidad. Hay asignaturas específicas donde se estudia el comportamiento de los cauces, casos reales de poblaciones con riesgos de inundación y donde los estudiantes analizan la situación, evalúan los riesgos y proponen planes de gestión del riesgo de inundaciones acordes a la normativa y que conllevan una disminución de ese riesgo. Son múltiples los Trabajos Fin de Grado y Fin de Máster que se han desarrollado en poblaciones de nuestra comunidad, como Cebolla y Cobisa en Toledo o Valdepeñas, Daimiel y Carrizosa en nuestra provincia. Además, desde el grupo de investigación de ingeniería del agua del que formo parte, también se están llevando a cabo estudios para incorporar el efecto del cambio climático en la estimación de las variables que dominan la magnitud de la inundación.
También tenemos casos de aplicación práctica de proyectos para minimizar el riesgo derivado de una inundación, como es el caso de Valdepeñas. Allí, desde la spin off de la UCLM Hidralab Ingeniería y Desarrollos, se ha desarrollado para el Ayuntamiento un Sistema de Alerta frente a Tormentas que de forma temprana avisa y alerta al conjunto de la población y ofrece recomendaciones de actuación y vías de evacuación.
Desde el punto de vista de la ingeniería civil, ¿catástrofes como ésta se pueden evitar?
Que suceda una inundación se puede intentar evitar. Hay muchas actuaciones que se han llevado a cabo a lo largo y ancho de nuestra geografía, desde nuevos trazados de cauces, como es el caso del río Turia a su paso por Valencia, hasta presas para laminación de avenidas o diques para la contención de la inundación, pero a mi forma de entenderlo, el principal problema es que genera en la población una falsa sensación de seguridad. Por ejemplo, si yo tengo mi casa en la que vivo desde hace 50 años al lado pasa un pequeño arroyo que cada cierto tiempo se desborda y el agua llega hasta mi casa, posiblemente tomaré medidas para que cuando se desborde la afección a mi casa sea mínima. Si ese mismo cauce se decide canalizarlo y cubrirlo, posiblemente deje de desbordarse con tanta frecuencia y me confiaré. Al cabo de un tiempo empezaré a tomar menos medidas, a ocupar terrenos cada vez más cercanos al cauce, a estar menos pendiente de la climatología, etc. Pero esa canalización estará diseñada para un determinado caudal. ¿Qué ocurre si la avenida supera la capacidad de la actuación? Que el cauce volverá a desbordarse, pero esta vez la vulnerabilidad y la exposición serán mayores y con ello el riesgo y las pérdidas potenciales.
Por tanto, a la pregunta de si se pueden evitar este tipo de catástrofes, la respuesta es claramente que sí, pero hablando de inundaciones, deberíamos hacerlo no evitando la inundación en sí, sino reduciendo la vulnerabilidad y exposición de personas y bienes en zonas inundables. De hecho la normativa referente a inundaciones, tanto a nivel europeo como nivel nacional, marcan claramente esta tendencia. No hay que luchar contra las inundaciones, sino convivir con ellas, devolver a los cauces el espacio que es suyo.
¿Podría ocurrir algo parecido en nuestra provincia? ¿Hay alguna zona más susceptible de sufrir una inundación grave?
En cualquier zona cercana a un cauce la probabilidad de que se produzca una inundación está ahí, independientemente de la provincia donde nos encontremos. Pero el problema no es que se produzca esa inundación, sino la magnitud de la misma y la vulnerabilidad y exposición de personas y bienes materiales que podrían verse potencialmente afectados. Solo hay que tirar de hemeroteca para ver eventos de inundaciones en los pueblos de nuestro entorno (Valdepeñas, Daimiel, Carrizosa…). En la zona del Levante, y en general en toda la zona árida/semiárida de la Península, se suma además el carácter propio de las ramblas, con avenidas torrenciales de forma súbita. En nuestra provincia podría ocurrir algo parecido, pero los fenómenos meteorológicos se comportan de forma distinta en el Levante que en el interior de la Península y la dinámica fluvial de nuestros cauces es distinta a la dinámica fluvial propia de las ramblas.
Este verano se cumplieron 45 años de la riada en Valdepeñas que costó la vida a 22 personas. Tras las obras de urbanización en el cauce del canal de la Veguilla, ¿ya no hay riesgo de que esto vuelva a suceder?
Se llevaron a cabo una serie de medidas que intentan que esa posible avenida pase lo más rápido por Valdepeñas y afectando lo menos posible a las partes fuera de ese cauce, pero siempre se puede superar esa capacidad de la canalización y que se desborde. El riesgo cero no existe.
Entonces, ¿no podemos bajar la guardia en este aspecto?
Siempre que haya un núcleo de población cerca de un cauce, el riesgo de inundación existe. Una falsa sensación de seguridad sería peligrosa. Siempre podemos tener un evento de lluvia que haga que ese cauce que tenemos cerca de una población se desborde y produzca problemas. Tenemos que estar muy pendientes de qué estamos poniendo cerca de esos cauces.
En catástrofes como la de Valencia, ¿por dónde pasa la recuperación y reconstrucción de la zona arrasada?, ¿qué infraestructuras son las más urgentes?
En una primera fase habrá que hacer una limpieza y aseguramiento de la zona que permitirá hacer una evaluación real de la magnitud de la afección en condiciones seguras. Tras ello habrá que decidir qué hay que hacer, en qué condiciones y qué actuaciones adicionales llevar a cabo para que una desgracia de esta magnitud no se repita en un futuro. Parece lógico que en aquellas zonas totalmente arrasadas la tendencia general debería ser la de no volver a reconstruir lo que existía previamente, o al menos no con las mismas premisas de diseño con las que inicialmente fueron concebidas. Las prioridades serían las infraestructuras sanitarias, que permitan la atención adecuada a las personas afectadas, infraestructuras de transporte que garanticen el acceso y evacuación en caso necesario de personas en condiciones de seguridad, además de para el acceso de mercancías y bienes de primera necesidad a las zonas afectadas, y no menos importantes redes de servicios como abastecimiento y saneamiento o telecomunicaciones.