Sueños de verónicas y trincherazos

J.M.Beldad
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La Escuela Taurina de Ciudad Real reinicia su andadura después de más de diez años de parón, y lo hace con la presidencia de Diego Ortega, y con Aníbal Ruiz y Carlos Aranda encargados de la dirección artística

Clase de la Escuela Taurina de Ciudad Real - Foto: Rueda Villaverde

Hace una tarde de otoño típica de La Mancha. Al sol, calor. Y a la sombra, fresco. Una veintena de jóvenes con edades comprendidas entre los 12 y los 20 años afrontan su entrenamiento en el albero. Ataviados con ropa de deporte al uso, dejan sus trastos apoyados en el estribo del burladero. Carlos Aranda y Aníbal Ruiz dirigen la práctica, junto a algunos ayudantes como el banderillero Juan Manuel Arjona. "Vosotros toreros siempre, en la cabeza hay que tener que somos toreros", comenta el diestro daimieleño Aranda, mientras los más pequeños lo miran en silencio. Él se encarga de aquellos que no habían cogido nunca un capote o una muleta, que son cinco o seis chavales.

Entre ellos se encuentran los dos benjamines de la escuela, Ángel y Eric, de 12 años. Sus brazos infantes se hacen fuertes para mecer los vuelos del capote. «No dobles las rodillas, siempre de frente, relájate», les dice Aranda. Mientras, en otra parte del ruedo, en la sombra, Aníbal Ruiz observa atento a Javier Fernández y Luis Expósito, ambos novilleros: "Pierde pasos con las punteras, no con los talones". Otros alumnos van con el carretón, embistiendo con certeza, con el morro por abajo. "Eh, toro, vamos, ven", se escucha en la quietud silenciosa de uno de los cosos más grandes de España. En otra zona, Miriam y Carla, dos muchachas adolescentes, se afanan en trabajar con la muleta. Sus formas toreras, con garbo y altanería, hacen que dibujen unos trincherazos de cartel: "Una de ellas ya había entrenado", comenta Aranda. A su vez, Aníbal Ruiz manda a unos cuantos a darle vueltas al rueda caminando con torería pegando muletazos, "que se os haga el brazo". En la escuela destacan Israel Aparicio y Javier Fernández. Recién estrenadas sus mayorías de edad, ambos son novilleros sin picadores.

Israel Aparicio explica que su pasión por el toreo comenzó desde bien pequeño. "Con tres o cuatro años ya toreaba con trapos en casa, y cuando iba con mi abuelo a los toros, eso me marcó". Aparicio asegura que, aunque sus padres intentaron que se interesara por el fútbol, él siempre tuvo claro que quería ser torero. "Al final les dije que lo que quería era torear", afirma con determinación. Recuerda cómo fue el día en que vio a Adrián Reynosa y Carla Otero toreando en su pueblo y cómo ese evento le hizo decidirse definitivamente: "Le pedí a mi padre que me apuntara a la escuela. Quería ser como ellos".

Clase de la Escuela Taurina de Ciudad RealClase de la Escuela Taurina de Ciudad Real - Foto: Rueda Villaverde

Actualmente, compagina su rutina taurina con los estudios. "Entreno los martes y jueves en la Escuela Taurina de Ciudad Real y también algunos ratos con el maestro Valentín Cuevas", comenta. Además, asegura que mantiene su mente siempre enfocada en el toro: "Pienso cada día en ello, me levanto sabiendo que mañana me pueden llamar para ir a un sitio a torear, y tengo que estar preparado".

Recuerda con cariño su debut sin picadores en su pueblo: "Fue un paso importante para mí, un día muy bonito", asegura, añadiendo que, aunque al principio sintió presión, finalmente todo salió bien. También destaca como desafíos importantes de la temporada la Feria de Ciudad Real y el certamen de promesas, en el que llegó a la final: "No lo gané, pero fue un reto significativo", explica.

Aparicio también resalta la importancia de la Escuela Taurina de Ciudad Real y agradece el esfuerzo de la Diputación, que ha permitido que muchos jóvenes puedan continuar su formación. "Es una gran oportunidad para nosotros", afirma, convencido de que la escuela influirá positivamente en el futuro de los jóvenes toreros.

Clase de la Escuela Taurina de Ciudad RealClase de la Escuela Taurina de Ciudad Real - Foto: Rueda Villaverde

Por su parte, Javier Fernández asegura que fue su padre el que le inculcó la afición por el toro al llevarle por las plazas de toros de la provincia:  "Me llamaba mucho la atención todo lo relacionado con este mundo", comenta. Poco a poco, esa fascinación se transformó en una decisión firme y le dijo a sus padres que quería ser torero, "y hasta hoy no he dejado de perseguir ese sueño", asegura.

El novillero explica que uno de los aspectos que más le atraían desde pequeño eran los trajes de luces y cómo los toreros movían los capotes. Actualmente, su rutina diaria está muy estructurada y no le gusta descansar: "Los días que no tengo clases ni estudios, me levanto temprano y corro entre 10 y 15 kilómetros. También practico frontón, que fortalece los músculos y se asemeja mucho a lo que ocurre durante una faena", comenta. Añade que además de correr y jugar al frontón, dedica entre una hora y media y dos horas diarias a torear de salón, lo que complementa con sesiones de gimnasio. Él ve esencial estar bien físicamente "para confiar en tu cuerpo y dejarte llevar con los animales", asegura.

Sobre la apertura de la Escuela Taurina de Ciudad Real, Fernández destaca que ha sido clave para muchos jóvenes que, como él, sueñan con ser toreros, porque asegura que "antes había pocas oportunidades para los que empezamos en este mundo, pero gracias a esta escuela, dirigida por grandes profesionales y aficionados, tenemos la posibilidad de torear en plazas tanto de la provincia como de otros lugares de España", detalla.

Clase de la Escuela Taurina de Ciudad RealClase de la Escuela Taurina de Ciudad Real - Foto: Rueda Villaverde

El joven novillero también subraya la importancia de los valores que se inculcan en la escuela, como la admiración y el respeto hacia los maestros. "Carlos Aranda está luchando para que tengamos las oportunidades que merecemos, y con su ejemplo nos enseña la dureza de este oficio, donde nadie regala nada", afirma. Respecto a Aníbal Ruiz, Fernández afirma que siente "una profunda admiración y respeto" hacia él. Dice que tener a un maestro como él, que nos transmite su pasión y valores, "es un lujo y un privilegio que debemos aprovechar".

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Clase de la Escuela Taurina de Ciudad Real - Foto: Rueda Villaverde
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Clase de la Escuela Taurina de Ciudad Real
Clase de la Escuela Taurina de Ciudad Real - Foto: Rueda Villaverde

Aparicio Romero y Fernández afirman que, así como todos los que lanzan al vuelo sus capotes y clavan los talones en el albero, tienen un sueño: "Ser figura del toreo".