El obispo de Ciudad Real, Gerardo Melgar, señaló como un objetivo esencial de la acción de la Diócesis "el acompañamiento a la familia en todos los momentos y por todos los estados por los que pasa" así como la promoción de vocaciones sacerdotales.
El prelado se expresó de esta forma en su tradicional encuentro con los medios de comunicación con motivo de la Navidad. Sin embargo, advirtió que estos no son líneas para un año concreto sino para un trabajo constante.
En cuanto a las vocaciones sacerdotales, Melgar adelantó: "No somos la diócesis que peor hemos estado, ni mucho menos, pero sí que empezamos a sentir ya la necesidad de promover específicamente la vocación sacerdotal". A su juicio la orientación al sacerdocio surge "cuando realmente la vida de fe, la vida de familia, el cultivo y la valoración de Dios en la vida de cada uno de nosotros es algo más explícito".
En cuanto al acompañamiento a las familias precisó que este se realiza en sus tres etapas esenciales, que comienzan con el noviazgo, del que argumentó que "muchos de los fracasos matrimoniales que se pueden estar dando es precisamente por una falta de preparación auténtica para el matrimonio", razón por la que señaló que hay que ayudar "para que realmente los novios se planteen su vida también como pareja", más alla del curso prematrimonial, la diócesis ha desarrollado también grupos de formación para novios, con un desarrollo más amplio, en los que se abordan las dificultades que pueden surgir en un matrimonio; grupos que están empezando a extenderse por las parroquias.
La segunda etapa de la familia es el matrimonio para las que la diócesis también dispone de grupos parroquiales en los que las parejas "pueden compartir las dificultades con otros", que han pasado por experiencias similares. En este sentido recordó que cuando un matrimonio tiene su primer hijo, "nadie les ha enseñado como lo tiene que cuidar". Una preparación que en su caso sugiere que se realice con un curso de preparación para el bautismo dirigido a los padres. "Hay que hablar de si son conscientes los padres de la obligación que adquieren de educar cristianamente a los hijos", afirmó el obispo.
La tercera etapa es el acompañamiento a las familias constituidas, que también pueden pasar por momentos de dificultades, después de 15 o 20 años de matrimonio, a los que desde la Iglesia se puede ofrecer "algún retiro y alguna convivencia", en los que intervienen los Centros de Orientación Familiar (COF) en los que se encuentran profesionales de diversas especializadades.