Juanjo (50) pasa sus días trabajando para el proyecto Valorarte de la Asociación Laborvalía. Lo hace gracias al programa Empleo con apoyo. Tiene su ordenador, sus papeles y gestiona lo necesario para la creación de los murales. Coge la furgoneta para irse a cualquier pueblo a organizar lo necesario para las exposiciones y murales. Eso sí, todo «a su aire». Al lado, cada mañana, tiene a Pilar, técnica de capacitación de Laborvalía, con la que trabaja mano a mano: «Él me ayuda mucho con los ordenadores, y me dice, con ironía, que soy la reina de la informática, porque se me da fatal», asegura Pilar. Él ahora estudia -«a mi ritmo»- sistemas microinformáticos y redes.
Para Juanjo es importante trabajar a ese, su ritmo. Su historia personal y su contribución al proyecto Valorarte se han convertido en un símbolo de la lucha en torno a la salud mental y la discapacidad. En particular, su creación de La Hacedora, un personaje que representa el viaje de las personas con enfermedades mentales, ha trascendido como una herramienta visual y emocional para dar visibilidad a estos colectivos.
«Fue una propuesta que me hicieron desde la Asociación Salud Mental Ciudad Real (Apafes), querían superhéroes que representaran a las asociaciones de salud mental», explica Juanjo al recordar el origen de La Hacedora. Para Juanjo, la creación de este personaje fue, además de un proyecto artístico, una forma de plasmar los desafíos internos que atraviesan quienes padecen enfermedades mentales. Al principio, tuvo dudas: «Dije que no, porque si me piden que haga algo, lo hago a mi manera o no lo hago», confiesa. Y así lo hizo. No presentó un dibujo, sino un texto, una reflexión profunda sobre lo que implica enfrentarse a uno mismo: «La Hacedora soy yo, puedes ser tú y puede ser cualquiera».
La Hacedora está diseñada como un espejo de los procesos internos. «Cuando vas a una consulta o a una asociación, te hacen verte a ti mismo, y eso da miedo», señala Juanjo, que explica cómo el personaje obliga a quien lo observe a enfrentarse a sus propios miedos y retos. El bastón que lleva esta superheroína simboliza las herramientas que ofrece la salud mental: desde medicación hasta libros o asesoramiento. «Es como si tuvieras un saco de cosas dentro que no sabías que tenías, algunas buenas, otras no tanto. Y tienes que enfrentarte a ellas para poder seguir adelante», añade.
evolución. El trabajo de Juanjo va más allá de lo artístico, es una terapia. Durante su estancia en la Asociación Laborvalía ha experimentado una evolución positiva en su vida personal y profesional. La asociación le ha permitido encontrar un espacio seguro donde desarrollar sus habilidades y trabajar en proyectos que, de otra manera, habrían sido difíciles de concebir. «Al principio me agobiaba mucho, pero con el tiempo aprendí a gestionar mis espacios y a trabajar en equipo», asegura. En esta segunda etapa en la asociación, ha asumido más responsabilidades y ahora es capaz de coordinar actividades por sí mismo, un avance que antes le resultaba impensable: «Mi primera etapa aquí fue muy dura, y también diferente». La importancia del trabajo y la autonomía han sido para Juanjo una suerte de llaves que le han ido abriendo puertas que ni siquiera sabía que existían. «El problema de esta enfermedad es que es como una montaña rusa. Al principio, ni siquiera tú te aguantas, y te da miedo todo lo que viene», reflexiona. Sin embargo, con el tiempo y el apoyo de profesionales y compañeros, ha logrado encontrar un equilibrio. «El trabajo ha sido mi terapia», afirma con convicción. Asimismo, señala que si tuviera que describirlo con una palabra elegiría felicidad.
Pero Juanjo también es consciente de los estigmas que rodean a las enfermedades mentales. «La sociedad necesita más información. Hay mucho miedo porque no se entiende lo que es una enfermedad mental, y eso genera rechazo», detalla. Esta falta de comprensión, «alimentada por los medios de comunicación y la estigmatización con la que a veces tratan los temas», comenta Pilar, dificulta el camino de los que padecen estos trastornos. «Cuando hablan de trastornos mentales en las noticias, siempre lo hacen desde un enfoque negativo, y eso solo perpetúa el miedo y la ignorancia», lamenta.
A pesar de las dificultades, Juanjo encuentra consuelo y motivación en su entorno más cercano, en su familia y en las asociaciones. Su evolución dentro del proyecto Valorarte ha sido constante y fructífera, tanto que ahora actúa como un referente para otros compañeros que se encuentran en etapas iniciales de su tratamiento. «Antes necesitaba apoyo constante, ahora puedo ser yo quien apoye a otros», relata. Este proceso ha reforzado su autonomía y le ha dado nuevas perspectivas sobre su futuro, un futuro que, como él mismo expresa, ahora puede visualizar con esperanza: «Antes no pensaba en el futuro, pero ahora sí espero tener uno».
El proyecto de La Hacedora es, para Juanjo, más que una creación artística, es una metáfora de cómo las personas con discapacidades y enfermedades mentales pueden transformarse y encontrar su lugar en el mundo. «El peto que lleva La Hacedora representa a cada persona con la que ha trabajado, y eso es lo más importante: las huellas que dejamos en los demás y las que ellos dejan en nosotros», explica Juanjo, señalando que, al final, todos somos parte de ese proceso de transformación y apoyo mutuo.
Juanjo cuenta una anécdota porque una vez un compañero le comentó que no entendí a La Hacedora, y él le contestó que también estaba representado en ella. Él cree que los procesos son largos y a veces, cuando se está enfermo, se ve como «una especie de torre de caracol con un montón de puertas y nunca sabes qué te vas a encontrar detrás». Para él, la salud mental «es un trabajo muy profundo, y no hay una solución rápida. Es un proceso que lleva tiempo, pero al final, siempre puedes encontrar algo dentro de ti que te ayude a seguir adelante», concluye, con la tranquilidad del que se ha mirado al espejo, ha conocido sus problemas y ha decidido empezar el viaje, aunque «el miedo siempre esté ahí».