El Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel recibe por fin una buena noticia, y es que despidió 2024 con más visitas en relación al año anterior. Así, y según los datos aportados por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) que dirige Sara Aagesen, el humedal manchego recibió el año pasado 153.541 turistas frente a los 108.460 del año anterior, lo que significa un 41,5% más de visitantes. Las mismas fuentes señalaron a La Tribuna que en los meses de primavera, especialmente abril y mayo, se registraron los picos más altos de visitas.
El humedal manchego se ha mantenido en los 100.000 turistas en los últimos tres años, desde 2021 a 2023, pero fue en 2024 cuando superó los 150.000 a pesar de la mala situación que presentaba el parque a finales de diciembre con solo 60 hectáreas inundadas de las 1.734 hectáreas que conforman la superficie encharcable, lo que suponía en torno al 3% de la superficie total. Fue entonces, cuando se pusieron a bombear los pozos de emergencia con el objetivo, por un lado, de evitar los posibles incendios de las turbas y por otro para garantizar la invernada de las aves acuáticas.
Los datos de visitantes quedan aún muy por debajo del registro histórico de 2010, cuando el parque nacional se inundó de agua por completo como consecuencia de un intenso periodo húmedo, lo que motivó que 398.740 visitantes decidieran acudir a disfrutar de un momento único.
El presidente de la Asociación Turística de Daimiel, Jesús Pozuelo, asegura, en declaraciones a La Tribuna, que ese aumento de turistas se ha notado también en las visitas guiadas, que tuvieron que cancelarse en 2021 por el mal estado en el que se encontraba el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel. Una mejoría que Pozuelo achaca a la activación de los pozos de emergencia, pues no solo se pusieron en marcha en diciembre, también en abril de 2024, por lo que «con una superficie medianamente encharcada el parque ofrecía una imagen mucho mejor que años atrás y más atractiva visualmente para el turista con agua en las pasarelas y en otras zonas, pero también con fauna para la invernada». «Ese boca a boca tan negativo que teníamos en los últimos años, en los que la gente se encontraba el parque totalmente seco, ha cambiado. El hecho de que se pusieran en marcha los pozos y que la zona estuviera en parte inundada hace que el turista se lleve una imagen mejor de Las Tablas y ya no se hable mal del humedal. Los establecimientos, los alojamientos y las oficinas de turismo ya recomiendan la visita al parque», manifiesta Pozuelo, quien lamenta que el parque nacional lleva tres años sin Centro de Visitantes por unas obras «eternas».
El objetivo pasa ahora, señala, para ofrecer la imagen ideal de un parque repleto de agua, ya que a fecha del pasado mes de febrero contaba con unas 350 hectáreas con agua, lo que supone el 18 por ciento de su capacidad inundable. Una cifra que se espera que haya aumentado estos días con la llegada de las últimas precipitaciones.
Historia. La puesta en marcha de los pozos tiene como fin mitigar la falta de agua que sufre el parque nacional en cuyas inmediaciones se viene haciendo uso del agua para la agricultura, lo que ha provocado que desde hace décadas este espacio natural no reciba los aportes naturales de agua que tradicionalmente recibía del Acuífero 23, declarado sobreexplotado de forma provisional en 1987 y de forma definitiva en 1994, y de los ríos Guadiana y Gigüela.
Entre el 20 de diciembre de 2023 y el 15 de abril de 2024, estuvieron activados los pozos de emergencia y, tras las lluvias de marzo, se estuvo recibiendo aportación desde el río Gigüela. Pero la llegada del verano y la falta de precipitaciones en la zona llevaron a que el parque empeorara su situación. No es la primera vez que se han activado los sondeos. Lo han hecho en varias ocasiones desde el año 2020, la última vez en el mes de diciembre de 2023.