El pasado 24 de septiembre se celebró en la plaza Salvador Dalí de Madrid, un acto del PP en contra de la previsible ley de amnistía que Pedro Sánchez negocia con los partidos independentistas catalanes para conseguir su investidura como presidente del Gobierno. Dos semanas después los líderes del PP y de Vox acudieron a la manifestación convocada por Sociedad Civil Catalana, con el mismo motivo, y en ambas las invectivas contra el presidente del Gobierno en funciones fueron protagonistas. Dos numerosas protestas en la calle a la que seguramente seguirán otras en el momento en que se concrete la norma, en ejercicio del derecho fundamental de libertad de expresión y participación política.
Por ese motivo tiene menos sentido que determinados sectores de la derecha y la ultraderecha utilicen el día de la Fiesta Nacional para realizar una pitada contra el presidente del Gobierno, que son más intensas y numerosas cuando La Moncloa la ocupa un jefe del Ejecutivo socialista, en un muestra de falta de respeto institucional en la que los participantes en la protesta tienen un concepto patrimonialista de los símbolos nacionales, con la que dejan al margen a una buena parte de los ciudadanos españoles. Que Pedro Sánchez, además de la tradicional pitada, haya sido increpado con gritos de "Que te vote Txapote", desde una de las tribunas de invitados privilegiados, merece una reflexión por parte de los partidos y dirigentes políticos que utilizaron ese lema en las campañas electorales, a pesar de las protestas familiares de las víctimas del terrorista.
Cierto que la concesión de la amnistía no figuraba en el programa electoral del PSOE y a esa circunstancia se aferra Feijóo para exigir la repetición de las elecciones, y que por tanto muchos de los votantes socialistas pueden haberse sentido engañados, pero los resultados electorales no pasaron la factura que la derecha esperaba que tuviera para el sanchismo. Pero también el PP apostaba por gobiernos en solitario de sus candidatos y tanto en las comunidades autónomas como en ayuntamientos y tras el intento de investidura de Feijóo están perfectamente imbricados.
Frente a la fragiana al "la calle es mía" que el PP de Feijóo ha vuelto a hacer suya con las declaraciones de su "número dos", Elías Bendodo, están las declaraciones de la ministra de Defensa en funciones, Margarita Robles, que considera que las protestas contra Sánchez son una falta de respeto al rey Felipe Vi, a las propias Fuerzas Armadas y al resto de españoles que no piensan como ellos y que esperan un respeto a las instituciones nacionales. Si el cambio de recorrido y la situación de las tribunas de invitados tenía por objeto tratar amortiguar la llegada de las protestas contra Sánchez, no ha surtido efecto, porque las protestas surgieron de los invitados vips, otro asunto sobre el que reflexionar, por su falta de sentido institucional. Si el PP ha tratado en el último momento de llamar al respeto de las instituciones no ha tenido éxito, porque quizá en este terreno le lleva ventaja las actitudes ultraderechistas. Al menos no se escucharon los insultos contra el rey Felipe VI que proliferan en las redes sociales.
La primera vez que la princesa Leonor participa en el desfile de la Fiesta Nacional vestida con uniforme militar, a punto de jurar la Constitución, los abucheos al presidente del Gobierno, ahora en funciones, le pueden dar una idea de la sociedad sobre la que tendrá que ejercer en el futuro su función constitucional de arbitraje y mediación.