A sus 91 años, 70 de ellos dedicados a la pintura, Manuel Prior (Puertollano, 1933) llega a Valdepeñas con su última exposición, un recorrido por su obra, que lo es también por su vida, y que se puede contemplar en Valdepeñas, en el Museo Municipal, hasta el 29 de septiembre. El Gobierno de Castilla-La Mancha, a través de la Fundación Impulsa CLM, ha pretendido realizar un homenaje a la trayectoria de un pintor sincero y honesto, repasando y haciendo una concienzuda selección de una producción pictórica que abarca más de siete décadas. Son siete décadas en las que Prior ha vivido por, para y gracias a la pintura, donde aún palpita el deseo de seguir creando y «desvelando lo que la realidad esconde», una gráfica frase que suele repetir, siempre en la búsqueda de nuevos horizontes de expresión. Tras Valdepeñas la exposición se podrá contemplar en octubre en el Museo de la Merced, de Ciudad Real.
Natural de Puertollano. ¿Qué le supone exponer su obra en Valdepeñas?
Valdepeñas para mí ha sido como un lucero. En esta ciudad encontré grandes poetas, pintores y médicos muy aficionados a la pintura como Antonio Ruiz. Encontré una gran calidad artística y literaria en términos generales.
En Valdepeñas ha ganado numerosos premios. ¿Demuestra esto que la localidad ha reconocido su trabajo?
Tengo todos los premios de Valdepeñas. Una gran ciudad que ha reconocido la ilusión por mi trabajo. He llevado cuadros enrollados en el tren a Valdepeñas. Aunque algún año no me han premiado, siempre he ido con mucha ilusión. He nacido en Puertollano, pero Valdepeñas, después de mi ciudad natal, es de las que más quiero y que más me gusta. Valdepeñas fue para mí, una ventana abierta con mucho sol.
La exposición llega como homenaje de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha a toda su trayectoria artística. ¿Siempre ha tenido el apoyo de las administraciones?
La verdad es que sí. No solo de los ayuntamientos, sino también del Gobierno regional y de la Diputación. Estoy muy contento con las administraciones, pues se han portado muy bien con mi obra. Yo he puesto todo lo que he podido, y ellos también han puesto mucho.
Una colección que abarca más de siete décadas. Imagino que será más difícil resumir 70 años de trayectoria artística...
Sí, pero para eso hay toda una diversidad de temas y no aburre.
¿Qué es lo que se puede contemplar en esta exposición?
Una época de setenta años, cuando dejé el natural y empecé a trabajar de imaginación. Hay toda una diversidad de temas, pero dentro de una misma temática también hay muchas diferencias. Por ejemplo, si toco el Carnaval hay siete u ocho temas de Carnaval, pero todos diferentes. Muchos cuadros los he borrado porque no me gustaban y he pintado encima. Todo es diverso, no se repite nada. Todo es nuevo. No me gusta repetir. Para mí, la pintura es como una fuente de agua clara, que siempre es nueva.
¿Cómo fueron sus inicios?
Empecé a pintar con 16 años, solo y al natural. Hice varios cuadros como El Minero, con el que gané un primer premio. Luego vinieron otros más galardones con otros trabajos como el de la Fuente Agria, muy típica de Puertollano, y con el cuadro titulado Domingo. Mi trayectoria fue completamente libre, no sabía lo que era exactamente el óleo y me fabricaba mis propios bastidores porque no había tienda en Puertollano, hasta que una persona que viajaba a Madrid me traía bastidores, colores y material. Empecé a pintar al óleo, sin saber exactamente cómo hacerlo, pero hacía las cosas como buenamente podía. Cada vez me animaba más porque iba avanzando, y eso me satisfacía porque pensaba que iba por el buen camino. Pintaba siempre al natural, con modelos que me posaban a cambio de unas pocas pesetas. A dos personas mayores, de unos 60 años, les hice muchos dibujos. Uno había sido minero y otro pastor. También había unos niños del barrio que posaban para mí. Hice muchos dibujos al natural. Así empecé. No he asistido a ninguna academia de profesores, iba a dibujar al Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde he dibujado mucho. Nunca he querido tener maestro, he sido muy soberbio en ese sentido y siempre he querido hacer las cosas solo. No hubiera aguantado a ningún maestro que me diera órdenes. El pintor tiene que hacerse solo, y trabajar mucho con ilusión, eso es lo que me ha mantenido. Siempre he pintado de imaginación.
¿Fue una época difícil?
De muchas dificultades, pues los pintores pasamos ratos buenos pero también otros muchos no tan buenos. Es una lucha, eso no se ve. He vendido muchos cuadros para colecciones privadas, pero antes ha habido muchas dificultades. He expuesto en diferentes galerías de Madrid, donde en algunas he tenido más suerte que otras.
¿Le ha quedado algo por hacer o algún premio por lograr?
Claro que sí. Me hubiera gustado lograr el premio nacional de Bellas Artes. En las dos ocasiones que participé me admitieron, algo que era muy difícil, pero no me dieron ninguna medalla. El jurado de admisión echaba mucha obra fuera.
A sus 91 años sigue en activo. ¿En qué proyecto trabaja ahora?
Siempre he pintado de pie, pero no estoy en las condiciones de pintar mucho tiempo así ya. Las bielas de las piernas están algo oxidadas y no es lo mismo, por eso hago cosas más pequeñas. Tengo cosas preparadas a medias, telas de un metro por ochenta, pero ya veremos si lo puedo hacer. Quiero hacer un proceso nuevo de más libertad todavía sin llegar a lo abstracto, que nunca me ha interesado, y que tenga fuerza y expresión. La cabeza me funciona y tengo muchas cosas en ella, pero las piernas no.