"El seminario corre peligro si no sube el número de alumnos"

R. Ch.
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El obispo Melgar incide en el riesgo «real» de cierre. «El número de seminaristas no es suficiente»

El obispo Gerardo Melgar, en la sede de la Diócesis de Ciudad Real - Foto: Rueda Villaverde

El obispo de Ciudad Real, Gerardo Melgar, volvió a trasladar, a través de su Carta Dominical, el problema de la falta de «personas creyentes, sacerdotes que quieran entregarse al anuncio del Evangelio como la vocación que llena su alma y su corazón». Melgar advierte que «cada día es más difícil que haya sacerdotes para y en todos los pueblos, porque los seminaristas son cada día menos en nuestro seminario diocesano». Es más, llega a advertir que el propio seminario de Ciudad Real «corre peligro, si no aumenta considerablemente el número de alumnos, de seguir como seminario diocesano y, si no es así, tendremos que mandar a nuestros seminaristas a otro seminario porque no son un número suficiente para seguir como seminario autónomo y diocesano».

«Peligro real». Ciudad Real cuenta desde el año 1878 con los estudios en la casa de la antigua Vicaria Eclesiástica, que al no contar con internado, no se le concedió el nombre de Seminario. Ahora, casi 150 años después, el obispo Melgar asegura que para evitar «este peligro que es real, si realmente esto nos importa, tenemos, en primer lugar, que rezar, pedir al dueño de la mies que envíe obreros a su mies, que suscite corazones generosos que se entreguen por entero a servir a los pueblos y parroquias como sacerdotes, evangelizadores que siembren la semilla del Evangelio, la cultiven y la ayuden a fructificar en el corazón de las personas actuales». Y, además de rezar, apunta a la necesidad de «valorar positivamente la tarea y el trabajo de los sacerdotes, y no solo valorarlos cuando no los tengamos, valorando a los sacerdotes mismos y que, desde nuestra valoración, los animemos a entregar su vida por la causa de la evangelización y el Evangelio».

Melgar también recuerda que se debe «animar a los hijos, a los jóvenes de nuestras propias familias y de nuestras propias parroquias a que se planteen su vocación sin excluir nunca la vocación sacerdotal, sino preguntándose si tal vez Dios les puede estar llamando por ese camino». Recuerda que la evangelización del mundo «sigue necesitando personas creyentes, sacerdotes que quieran entregarse al anuncio del Evangelio como la vocación que llena su alma y su corazón», al tiempo que insiste en que «nuestros seminarios, cada día, están necesitando más urgentemente de jóvenes que se planteen su vocación, se pregunten y se respondan por la vocación sacerdotal», apunta el obispo de la Diócesis.

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