Hace una semana presentó su último libro en La Solana, su ciudad natal. Fue en el patio de la Casa de la Iglesia, donde reunió a vecinos, familiares y amigos gracias también a la ayuda del párroco Benjamín Rey Soto, quien ha sido el prologuista de En el círculo azul del calendario, un libro de más de 300 páginas que se convierte en el decimosexto de Luis Díaz-Cacho, quien fuera alcalde de La Solana durante una década, desde 2011 a 2021, cuando en septiembre anunció la oficialidad de su dimisión para incorporarse al equipo de la ministra de Política Territorial de entonces, Isabel Rodríguez, exalcaldesa de Puertollano, con quien estuvo casi dos años.
Un libro más. ¿Cuántos tiene ya Luis Díaz-Cacho?
Así es. Este es mi número 16, pero luego compartidos tengo más de veinte con el Ciclo de Oretania, aunque la verdad es que ya me he perdido. Cuando publiqué mi primer libro, que fue muy casero, el 14 de febrero de 1995, jamás pensé que no iba a parar de escribir.
¿A qué se refiere con eso de casero?
Pues a que fue un libro que hicimos los textos a fotocopias, una portada que la imprenta pegó y cosió... Fue un libro totalmente artesano, pero al que tengo también mucho cariño. Todos son muy diferentes y en todos he intentado también diferenciarme en la manera de escribir y en los mensajes. Unos son de prosa, otros de poesía, otros de cartas de amor, etc. Y este último sí es que es totalmente diferente.
¿Por qué?
Porque es un libro del tiempo en el que yo fui alcalde, un tiempo compartido con mis vecinos y vecinas. Es un libro de intervenciones, colaboraciones, discursos, pregones, presentaciones... Sin duda, un libro diferente.
¿Quizás es en este libro donde más se conoce a Luis Díaz-Cacho?
Es un libro que recoge lo que nos ha acontecido en estos diez años en los que he sido alcalde, de la importancia de la sociedad articulada en asociaciones, clubes, peñas, hermandades, colectivos, etc. Pues si no fuese porque la sociedad estuviera organizada sería muy difícil trabajar juntos. Uno no puede hablar con todos los vecinos de una ciudad o pueblo grande como La Solana, con más de 20.000 habitantes. Gracias a que tenemos una sociedad articulada y muy comprometida podemos seguir trabajando.
¿Con qué momentos se quedaría de estos diez años?
Es cierto que el tiempo en que me ha tocado ser alcalde han sido años muy duros, difíciles. Llegué en junio de 2011, en plena crisis económica y financiera. He recibido y llorado mucho con la gente en la Alcaldía por diferentes momentos como cuando perdían su vivienda. Fue un tiempo en el que no teníamos dinero, todo se había recortado y no nos ingresaban. Fueron circunstancias muy extremas también en la complejidad entonces de La Solana. Y luego, cuando empezamos a sacar un poco el cuello, llegó la pandemia. Lo que he aprendido es que de todo se sale si todos trabajamos juntos y estamos convencidos de que nadie va a venir a salvarnos, sino que tenemos que ser los solaneros los que nos remanguemos para tirar de La Solana.
¿Pero también habrá habido momentos gratificantes?
Por supuesto. Entre ellos, cuando fuimos a Madrid, junto a la ACAZ, para recoger el premio distintivo de fiesta de Interés Turístico Nacional para la Semana de la Zarzuela o ver el cochecillo de la Virgen de Peñarroya venir al municipio en septiembre. De hecho, la imagen de la contraportada soy yo abriendo el cochecillo de la patrona a grito de '¡Viva la Virgen de Peñarroya!'. He sido un político diferente, no he dejado de escribir cómo pienso y en todas mis intervenciones intento que haya reflexión, mensajes y que se recojan circunstancias. Es un libro con muchísima información.
¿Hay algo que, por diferentes motivos, no ha publicado?
No, he publicado todo. Cuando he plasmado mi prosa poética en mis escritos jamás he intentado agredir a nadie con la palabra y mucho menos físicamente. Tengo la suerte de no odiar a nadie e intento relacionarme lo menos posible con la gente tóxica. Hay gente que me ha hecho daño, y que me está haciendo daño de alguna manera. Ojalá que entiendan pronto que dañar a las personas no es el camino. El camino es el diálogo, la palabra y acercar posturas. No hay nada que haya puesto en el libro que me arrepienta y no me he escondido ni me he privado de publicar todos los textos.
Tras dejar la política, ¿a qué se dedica ahora además de a escribir?
Después de veinte años en servicios especiales he vuelto a mi puesto de funcionario en el Ayuntamiento. Soy el director de la Agencia de Desarrollo Local, y aquí estoy intentando captar subvenciones y recursos para que mi pueblo siga prosperando.
¿Echa de menos la primera línea de la política?
Tenía muy claro que tenía que dar un giro a mi vida, que cumplía una edad que suponía recuperar una etapa de mi vida más en familia, en pareja y más sosegada. La verdad es que no la echo en falta, pero me da pena la crispación que hemos logrado trascender, pues el reflejo de la política nacional se traslada a todos los niveles. Tenemos que dejar lo personal para circunscribirlo a la parte política y saber cuál es nuestro momento. La crispación no nos lleva a nada bueno y así lo tenemos reflejado en partes sangrantes de nuestra historia. Siempre seré político y siempre escribiré y dejaré impreso mi vis política en mis poesías, pero estoy en otro tiempo que también me apasiona y me llena por completo.