El Teatro Quijano se convirtió este jueves en el epicentro de la creatividad y el arte cinematográfico con la celebración de Desmontando La Bandera, un evento que ofreció una visión única sobre los procesos detrás de la edición de cine. El coloquio fue protagonizado por la montadora Lucía Palicio, quien cuenta con más de quince años de experiencia en el mundo del montaje audiovisual y que además ha sido pieza clave en cerca de cuarenta producciones de cine y televisión.
La jornada comenzó con la proyección de la película La Bandera, una comedia dramática dirigida por Martín Cuervo y protagonizada por reconocidos actores como Imanol Arias, Aitor Luna, Miquel Fernández y Ana Fernández. La película narra la historia de Tomás, un padre de familia que reúne a sus hijos para una cena en la que planea darles una noticia crucial sobre su herencia. Lo que parece ser un encuentro familiar lleno de tensión pronto se transforma en una experiencia emotiva y divertida, llena de giros inesperados que invitan a la reflexión.
Tras la proyección, el público tuvo la oportunidad de conocer a fondo los entresijos del montaje de la mano de Lucía Palicio. Representando a Amae, Palicio desglosó el proceso técnico y creativo que implica el montaje de una película como La Bandera. Durante el coloquio, se destacó cómo cada corte, cada ritmo y cada secuencia están cuidadosamente seleccionados para mantener el equilibrio entre los elementos cómicos y dramáticos de la historia.
El evento no solo fue una lección magistral sobre la importancia del montaje en el cine, sino también una ventana abierta al oficio invisible que permite que las historias cobren vida en la pantalla. Palicio, con su gran experiencia, no solo resolvió las dudas del público, sino que también compartió su pasión por el montaje, enfatizando cómo este proceso es esencial para transmitir las emociones adecuadas y guiar la narrativa de una película.
Además de La Bandera, los asistentes al festival pudieron disfrutar de la proyección de Te estoy amando locamente, otro film cargado de emociones y valor cinematográfico, que complementó la jornada. Ambas películas marcaron uno de los momentos más esperados del festival, no solo por la fuerza de sus historias, sino también por la calidad técnica y el talento de los equipos que las hicieron posibles.