Tal vez para vergüenza de unos, y reflexión de otros, la tragedia provocada por la DANA en Valencia ya tiene su eslogan: El pueblo salva al pueblo. Es el mensaje que se ha disparado como un reguero de pólvora en redes sociales para poner el mejor titular a ese Ejército de gente comprensiva que, el pasado viernes, partió de Valencia armado de escobas, cubos y palas para ayudar en las labores de limpieza y que ayer convirtió en una marea humana los aledaños de la Ciudad de las Artes de Valencia para partir, en diferentes autobuses, hacia los municipios más afectados por la DANA, catástrofe que, por el momento, ha dejado más de dos centenares de fallecidos.
La Generalitat Valenciana lanzó en la tarde del viernes una convocatoria oficial para que todas aquellas personas que quisieran colaborar desde la ciudad, acudiesen a las 7 de la mañana a la Ciudad de las Artes para ser organizadas y distribuidas por zonas. Se calcula que 100.000 respondieron a la llamada.
«Porque tenemos corazón y conciencia». «O nosotros o nadie», fueron frases que se escucharon allí. Se habían preparado 50 autobuses, pero tuvieron que llamar a 100 más porque la avalancha superó todas las previsiones.
Habitualmente, la Ciudad de las Artes de Valencia es un enclave repleto de cámaras de fotos y palos de selfies pero ayer se llenó de botas de agua, escobas y cubos que portaban las decenas de miles de voluntarios allí reunidos. La sociedad civil sacándole los colores a la casta política de todos los signos.
Su misión era sencilla: desplazarse a municipios de la provincia de Valencia porque «la solidaridad es una carrera de fondo y se tendrá que ver durante mucho tiempo». Así se expresó uno de los voluntarios que aguardaba en la fila para así recoger el peto identificativo, la mascarilla, la caja del Banco de Alimentos y los materiales que ofrecía la Plataforma de Voluntariado de la Comunidad Valenciana.
Otra de las voluntarias, Empar, acudió desde Benimaclet. Este viernes se desplazó a Aldaia con su bici para colaborar y recalcó: «El pueblo salva al pueblo porque no hay otros recursos, y si no los hay, pues los otros tendrán que hacer algo».
Es la misma gente que se está autogestionando para deshacerse de los restos de la DANA, asumiendo trabajos que les obligan ahora a a reinventarse como ingenieros de caminos, mecánicos, fontaneros, gruistas, guardias urbanos o repartidores de comida. En efecto, el pueblo salva al pueblo.