Entiendo que los partidos están haciendo un esfuerzo para que disfrutemos de más jornadas electorales, pero siguen siendo muy pocas. Con 17 comunidades autónomas y tantas grandes ciudades, deberíamos aspirar a tener al menos una votación histórica cada quince días. Si a eso sumamos elecciones europeas y algún que otro referéndum (¡hacemos pocos!) no es una locura pensar en una votación a la semana. ¿Acaso no hay fútbol al menos una vez a la semana?
Otra ventaja de esta idea es que los tertulianos dispondrían de temas frescos todos los días y no se verían obligados a opinar sobre temas que no les gustan, como el cine español, la novela erotica en el siglo XIX o los videojuegos. Es algo que nos beneficiaría a todos, empezando por ellos, que tienen que hacer esfuerzos terribles para ganarse la vida. 
Con una elección decisiva a la semana los partidos podrían pasarse el año entero en campaña sin tener que estirar el chicle y las polémicas forzadas. Nos sería también útil a los periódicos para poder simplificar los ciclos informativos en un directo electoral infinito lleno de escaños y a reciclar las teorías contradictorias que nos permiten explicarlo todo una vez que ha ocurrido. 
Seríamos vistos además como una nación seria en el extranjero, adicta no ya a la fiesta en términos generales, sino a la fiesta de la democracia. Todo ventajas, todos salimos ganando. Nadie se va a quejar ni cansar de un espectáculo tan constructivo  como el de la rivalidad política en vivo.