La posición de la Unión Europea con respecto a los resultados de las elecciones presidenciales en Venezuela de finales de julio es la de no reconocer la victoria de Nicolás Maduro, en tanto no presente las actas de las mesas electorales que así lo atestigüen. La posición del Gobierno español, reiterada desde entonces es la misma. Con la situación en Venezuela convertida en un asunto relevante de la política nacional, la presidenta madrileña, exigió al Gobierno que abriera la embajada en Caracas para dar protección al candidato de la oposición y virtual ganador de las elecciones, Edmundo González Arrieta. Lo que Isabel Díaz Ayuso ni el resto de la cúpula del PP sabían es que esa operación ya estaba en marcha y concluyó con el exilio en España del candidato de la oposición venezolana, dejando en evidencia esta parte de la crítica de los populares al Ejecutivo.
Quizá si el PP no tuviera una actitud tan beligerante contra el gobierno en esta crisis, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, hubiera podido informar al PP de la marcha de los contactos. Pero hace tiempo que la política exterior ha dejado de ser un territorio de consenso, y se pueden repartir las responsabilidades para que se haya llegado a este punto. Es decir, no hay interlocución entre el Gobierno y la oposición, en este asunto porque desde el PP se han exigido unas posiciones de fuerza que van más allá de las adoptadas por el conjunto de la comunidad internacional, en la que en el caso venezolano, España sigue teniendo una influencia importante, porque se da la circunstancia de que la imposible interlocución interna es precisamente la que ha tratado de preservar el Gobierno en el caso de Venezuela, manteniendo contactos con el chavismo y su oposición y siendo muy cuidadoso para no romper esos puentes, que han dado sus frutos en la preservación de la libertad y quizá de la vida de Edmundo González.
Otra cuestión a dilucidar es sí el exilio del vencedor de las elecciones venezolanas es un triunfo del chavismo y una derrota de la oposición o puede valorarse en la forma contraría. El PP considera que Nicolás Maduro ha salido vencedor de esta crisis, mientras que la propia líder de la oposición venezolana María Corina Machado considera un éxito que se haya podido salvaguardar la vida y el futuro trabajo político de quien la sustituyó al frente de la candidatura opositora tras su inhabilitación para concurrir a las urnas, y a quien espera ver en Caracas a principios de enero cuando debe oficializarse el nombramiento del presidente venezolano.
No menos significativo es que Edmundo González haya elegido España para su asilo político, después de haber estado refugiado en la embajada de Países Bajos, muestra de la confianza que tiene en la actitud del Ejecutivo español, que le ha garantizado libertad de expresión y de movimientos para que realice su labor de oposición a Maduro. En nuestro país se encuentran los principales opositores a Maduro en el exterior de Venezuela, desde Leopoldo López al que fuera alcalde de Caracas, Antonio Lozada, que actúan sin límites contra el gobierno chavista.
Una vez más una acción diplomática relevante, incluida la participación del expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, del que se ha criticado su silencio a lo largo de la crisis venezolana, se ha convertido en materia de discrepancia política pese a que no ha habido ningún tipo de contraprestación política, y ha confirmado que la política exterior ha dejado de ser una política de Estado.