Pedro Sánchez ha asegurado ante el Congreso que España cumplirá con su compromiso de elevar el gasto en Defensa al 2% del PIB, como exigen la OTAN y la Unión Europea, pero, una vez más, el jefe del Ejecutivo no da
cifras concretas, ni plazos definidos, ni una vía de financiación clara. La intervención del presidente del Gobierno dejó ayer en evidencia lo que para la oposición y sus propios socios es un hecho: no existe un plan de Defensa con sustancia real.
La indefinición de Sánchez ha dado margen a Alberto Núñez Feijóo para plantear un ultimátum político. El líder del Partido Popular exige al Ejecutivo que presente unos Presupuestos Generales del Estado que den soporte financiero al incremento del gasto militar o que, en su defecto, convoque elecciones. «O se somete a las Cortes, o se somete a las urnas», sentencia Feijóo, retando al presidente a legitimar su estrategia ante la Cámara o ante los ciudadanos.
La partida de cartas en la que se ha convertido la legislatura eleva su órdago, pero el problema para Sánchez no radica únicamente en la oposición. Sus socios parlamentarios han vuelto a darle la espalda en esta cuestión. La falta de referencias directas al «rearme» en su discurso evidencia su intento de no incomodar a los aliados de la investidura, muchos de los cuales rechazan abiertamente el incremento del gasto militar y la alineación con la OTAN. El silencio sobre esta fractura no oculta una realidad incómoda, el presidente del Gobierno está políticamente aislado en un asunto clave para la credibilidad internacional de España.
Feijóo ha explotado estas contradicciones, cuestionando cómo el Ejecutivo puede comprometerse con la OTAN si parte de su Consejo de Ministros apuesta por la salida de la Alianza. Además, ha acusado a Sánchez de intentar «engañar» a la UE y a la OTAN con promesas vacías, de «insultar a Estados Unidos» y de reducir la ayuda a Ucrania a simples abrazos con Zelenski.
Con todo, más allá de la mera retórica, el fondo de la crítica es compartido por los socios europeos y atlánticos de España. Sin un plan claro, los anuncios de Sánchez carecen de credibilidad.
El presidente ha intentado blindarse asegurando que el aumento del gasto en Defensa no implicará recortes en otras partidas sociales. Pero la ecuación sigue sin cuadrar. Sin Presupuestos aprobados y con un Congreso dividido, la financiación de ese incremento sigue siendo una incógnita que el Gobierno no ha despejado.
Mientras tanto, Europa y la OTAN observan con escepticismo un compromiso que sigue sin estar respaldado por hechos. La soledad del presidente empieza a ser demasiado evidente.