El poderío blanco ante un nuevo comienzo

C. De la Blanca (SPC)
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Ancelotti debe resolver otro rompecabezas en el Real Madrid para hallar el equilibrio con la llegada de Mbappé. El año uno de la 'era Flick' ilusiona al Barça y a los jóvenes talentos culés

Los técnicos del Real Madrid, Carlo Ancelotti (i) y del FC Barcelona, Hansi Flick - Foto: EFE / Europa Press

Una nueva temporada de LaLiga alza el telón con los dos grandes equipos del fútbol nacional en distintos momentos. El Real Madrid se presenta como vigente campeón, también de la Champions, que este curso sufrirá un importante lavado de imagen. Pero de cara al torneo de la regularidad, los merengues aspiran a repetir éxito toda vez que Carlo Ancelotti dé con la tecla a la hora de encajar un ataque de pura fantasía en el que ha añadido la tan ansiada 'joya de la corona': Kylian Mbappé. Mientras, el Barcelona coloca los primeros cimientos de la 'era Hansi Flick'. Tras la turbulenta salida de Xavi Hernández, otro capítulo más de una larga serie de catastróficas desdichas instaladas últimamente en la Ciudad Condal, el técnico alemán parece tener el poso necesario para tomar los mandos de la 'nave azulgrana' a través de un estilo de juego más 'germanizado', directo y dinámico.

En la 'Casa Blanca', todas las miradas están puestas en su nuevo 'galáctico'. Mbappé llega para apuntalar un proyecto que aspira a 'pasearse' por LaLiga y apunta a un nuevo cetro continental. Por nombres, no habría duda de su éxito. Pero, por fortuna, el fútbol es mucho más que eso. Ancelotti debe tomar cartas en el asunto. La campaña pasada dio una lección de adaptación a las circunstancias y de aprovechamiento de los recursos asumiendo la sorpresiva salida de Karim Benzema y adecuando su sistema a la ausencia de un 'nueve' de referencia. Llegó Jude Bellingham y sacó todo el jugo de sus espectaculares condiciones, sobre todo en la primera parte del año. Ahora, en la 24/25, todo girará en torno a alcanzar la armonía ofensiva, paliar la salida de Toni Kroos y gestionar la delicada situación del centro de la defensa.

En la zona de ataque todo parece bastante sencillo si se tira de la clásica expresión de que «los buenos jugadores siempre se entienden sobre el terreno de juego». Una línea ofensiva con la presencia de Vinícius Júnior y Mbappé cuenta con todas las papeletas, a priori, para ser devastadora. 

Tercero en discordia

Pero aún le falta un elemento más para ocupar todas las plazas del teórico 4-3-3 que utilizará el italiano. Rodrygo Goes, por galones y trascendencia dentro del equipo, parte como favorito en la derecha, pero su rendimiento intermitente la temporada pasada, la pujanza de jóvenes como Arda Güler y la polivalencia del exjugador del PSG, unida a la llegada de Endrick, pondrán la titularidad del brasileño en cuestión, aunque parece difícil que eso ocurra de primeras.

Una parcela más abajo, en la medular, aún se prolonga la resaca por la retirada anticipada de Kroos. El alemán deja huérfana una demarcación en la que no tendrá sustituto al uso porque no hay futbolista en la actualidad que pueda cumplir con su rol al dedillo. Una vez más, Ancelotti tendrá que tirar de inventiva. Y es que, ante la ausencia de calidad a la hora de sacar el balón jugado, pues Luka Modric parece que seguirá manteniendo su estatus de jugador de rotación, todo apunta a que el transalpino tirará de presencia física y pierna fuerte para ensamblar un centro del campo de garantías. No exento de técnica individual e imaginación, ya que todo apunta a que Bellingham, aunque seguirá teniendo libertad para descolgarse, estará algo más anclado que la última temporada. Fede Valverde y otro mediocentro, quizás Eduardo Camavinga, podrían cerrar una 'sala de máquinas' sujeta a posibles mutaciones durante la temporada.

Y es que Aurelién Tchouaméni apunta a caerse de ese puesto para reforzar el centro de la defensa, por mucho que le pese al jugador francés, que ha reconocido en más de una ocasión que donde se siente cómodo es en la medular. El galo sería el tercer zaguero en el comienzo del curso, por detrás de Èder Militao y Antonio Rüdiger, mientras que el austriaco David Alaba finaliza la recuperación de una lesión de rodilla que tuvo alguna complicación durante el comienzo del verano. 

Hombre tranquilo

Por su parte, al otro lado del puente aéreo que marca el fútbol español, la llegada de Flick al banquillo del Barça parece haber calmado las turbulentas aguas que por épocas amenazaban con llevarse todo lo que encontraran por delante en el club catalán. El alemán ha llegado para hallar el equilibrio dentro de la parcela deportiva y hacer malabares con lo que la propia entidad le pueda ayudar en materia de fichajes. 

Durante la pretemporada, el teutón ha tirado mucho de canteranos, alimentando la ilusión de una afición siempre sedienta de ver triunfar a su talento joven. En los apenas dos meses de trabajo que ha desarrollado hasta la fecha, Flick ha dejado claro que se va a regir por los postulados que llevaron al completo dominio continental a su Bayern: quiere una presión constante, verticalidad en los metros finales y dominar a través del balón. Se trata de tres ideas sencillas, pero de las cuales emanan muchos afluentes en forma de variantes y ajustes tácticos que, de primeras, prometen hacer el Barcelona un equipo muy rico.

Todo se sustenta sobre un 4-3-3 muy dinámico en el que el alemán quiere disponer de un pivote más posicional y con buena salida de balón y dos interiores más escalonados, uno cumpliendo más el rol de mediapunta y otro de centrocampista híbrido con recorrido en 360 grados. A su vez, a los extremos les pedirá más presencia por dentro que anteriores entrenadores del Barcelona, con la intención de que incluso se junten con el delantero centro para atacar los distintos intervalos central/lateral de la defensa contraria y ello libere a los laterales, que serán los que aporten la profundidad a la hora de subir la banda. 

En ese aspecto se antoja importante la recuperación completa del joven Alejandro Balde, un portento físico en su mejor nivel y que puede ser ideal para lo que Hansi Flick demanda a ese tipo de jugadores. 

Además de todo ese dinamismo que se nutrirá de los distintos y muy variados perfiles de jugadores con los que cuenta dentro de la plantilla, el germano quiere 'sangre joven' que pueda garantizar un esfuerzo físico a largo plazo para llevar a cabo una presión casi constante. El papel de Lamine Yamal, de 17 años y revalorizado aún más si cabe tras la Eurocopa, y el de Dani Olmo, la única incorporación de los blaugrana hasta la fecha, resultarán claves para que el conjunto culé mantenga su competitividad.