El Banco de Alimentos ha sido el salvavidas al que muchos ciudadrealeños se han amarrado durante las sucesivas crisis que se han vivido, desde la de 2008, por el pinchado de la burbuja inmobiliaria, hasta la del COVID, que impactó en muchos colectivos con empleos en precario. Las llamadas colas del hambre fueron, de hecho, uno de los signos de esa situación de extrema vulnerabilidad.
Ahora, el modelo de asignación de recursos al Banco de Alimentos cambia, ya que el FEAD, el fondo europeo de ayuda para los más necesitados, junto con el Gobierno central, dejará de enviar alimentos y en su lugar facilitará una tarjeta monedero directamente a los usuarios para que estos acudan a los supermercados y compren directamente los productos que necesitan.
El impacto que esta medida dejará en el Banco de Alimentos de Ciudad Real será notable, ya que hasta ahora la mitad de los recursos que llegaban procedían de esta aportación europea. En cifras: el Banco de Alimentos viene gestionando unos 500.000 kilos de productos al año, por lo que dejará de adquirir la mitad, unos 250.000 kilos. Así lo puso de relieve a La Tribuna el tesorero del Banco de Alimentos, Juan Amador, quien matizó que la mitad restante de productos procede de donaciones de las recogidas, donaciones de fundaciones, como la de Amancio Ortega, de entidades bancarias o de ciudadanos particulares que aportan su granito de arena.
Amador matizó que seguirán repartiendo alimentos, pero que lo harán en menor medida que hasta ahora, cuando recibían «20 tráileres» cargados de productos adquiridos con estos fondos de Europa. Para Amador, el cambio del sistema de reparto va a suponer un reto, ya que va a implicar desde censar económicamente a los beneficiarios hasta desarrollar una nueva red de gestión.
A ello se suma el hecho de que los beneficiarios comprarán los productos individualmente en los supermercados y, por tanto, costarán más que si se realizan en conjunto, lo que implicará «pasar de las compras de mayorista a las de minoristas». También habrá que tener en cuenta, prosiguió Amador, que la tarjeta monedero se ha planteado inicialmente «como una ayuda para familias con hijos, por lo que quedan fuera muchos mayores cuya pensión no cubre sus necesidades básicas», así como otros ciudadanos particulares que tampoco cuentan con recursos con los que vivir.
El tesorero del Banco de Alimento comentó que el nuevo modelo debe todavía desarrollarse en detalle y que el Ministerio podría transferirlo a las comunidades autónomas y estas a los ayuntamientos.
«Hay muchas lagunas aún y es un cambio y como todos los cambios, al principio costará, aunque nosotros vamos a seguir repartiendo según nuestros medios», concluyó.