Nuevo choque de trenes. Choque de graves consecuencias, porque los trenes son los del Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo.
No es la primera vez ni será la última, pero nunca como durante el mandato de Pedro Sánchez se han producido tantas discrepancias. Y no vale equivocarse: el choque se deben solo y exclusivamente a asuntos de corte político promovidas por el gobierno, que el Supremo no está dispuesto a admitir porque cree firmemente, con el obligado argumentario, que son contrarios a la ley. En cuanto al Constitucional, solo Conde Pumpido sabe si el choque se debe a presiones políticas de Moncloa, como dicen sus detractores.
Esta nueva discrepancia se centra en el delito de malversación. Según el TS algunos de los condenados por el procés han malversado en su propio beneficio y por tanto no les puede aplicar la ley de amnistía, posición que defendían también los fiscales de la Sala Segunda del Supremo. Sin embargo, la mayoría de los miembros del TC cree que no hubo lucro personal y por tanto sí se les puede aplicar la ley aprobada hace pocas semanas.
A quien le pilla el asunto con el pie cambiado es a Puigdemont, que sigue negociando con los enviados de Sánchez su retorno a España sin que el juez Llarena le detenga; si no es amnistiado será conducid directamente ante el juez en cuanto cruce la frontera. Con un nuevo disgusto para el prófugo independentista: la judicatura francesa le pone pegas a que se mueva con tanta libertad por su territorio cuando hay una orden internacional de detención contra él. Las cosas se le están poniendo feas, aunque sigue soñando que el Palau de la Generalitat todavía puede ser suyo si se celebran nuevas elecciones, Junts y ERC van juntos y ganan sobradamente al PSC, como dicen los sondeos. Demasiados pasos que sortear para ser molt honorable president: amnistía primero, elecciones después, acuerdo con ERC, resultado electoral… Lo dicho, se le complican las cosas. No solo a él, también a Pedro Sánchez, cuyo futuro está tan ligado al apoyo de los independentistas catalanes.
Ya tiene su gracia que el choque de trenes entre Constitucional y Supremo por la aplicación de la ley de amnistía a condenados que importan mucho a Pedro Sánchez -sin su apoyo se tiene que ir a casa- , se produzca el mismo día que el presidente de gobierno anuncia que va a promover una ley de calidad democrática. Lo que hay que oir. Calidad democrática cuando desde Moncloa se promueven iniciativas en favor de los condenados por los Ere, se pone alfombra roja a los protagonistas condenados del procés a cambio de que cooperen en la continuidad del actual presidente de gobierno; y cuando la mujer y el hermano de ese presidente están inmersos en causas judiciales por presunta corrupción.
El mismo día también que Pedro Sánchez declara que el Fiscal General del Estado no tiene por qué dimitir si finalmente sale imputado de su ten con ten con el Supremo.
Vaya con la calidad democrática…