La historia, bajo tierra

Ana Pobes
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Un equipo multidisciplinar de la UCLM trabaja en las cuevas de Tomelloso para evitar los colapsos. 'La Tribuna' se adentra en una de ellas

La historia, bajo tierra - Foto: Tomás Fernández de Moya

En la avenida Príncipe Alfonso de Tomelloso, en el barrio de la Esperanza, un gran socavón se deja entrever entre las vallas. A pesar de que lleva ya varios meses ahí, aún llama la atención de los vecinos, que con prudencia y curiosidad se asoman. «Se ve muy poco», lamenta un ciudadano tras pararse con su bicicleta. Vive a pocos metros del agujero. Es lo único que se observa de los trabajos que un equipo multidisciplinar de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) ha estado realizando en los últimos meses en el lugar, donde las cuevas yacen bajo la superficie. «Hay miles de cuevas. Todo el subsuelo está repleto», comenta el vecino con satisfacción. Es el tesoro oculto de Castilla-La Mancha. Más de 2.500 cavidades conforman un laberinto arquitectónico en el subsuelo de Tomelloso, que alberga uno de los secretos mejor guardados y conservados de la arquitectura española: sus cuevas subterráneas.  

En ellas, el Ayuntamiento de Tomelloso ha centrado su mirada. Lo hace desde 2021, cuando el barrio protagonizó el primer hundimiento de una vivienda que se levantaba sobre una de las cuevas de origen arenoso. Un año más tarde, en 2022, vinieron otros dos más, uno en el barrio de San Antonio. Fue entonces cuando el anterior equipo de Gobierno firmó un convenio con la Universidad de Castilla-La Mancha para buscar una solución  inmediata al problema de los derrumbes. Los primeros trabajos apuntaron a los pozos ciegos como la causa de los colapsos. Pozos que se convirtieron en las galerías subterráneas que hay destinadas originariamente a la extracción de áridos, y que «no han tenido conservación alguna», uno de los factores que han contribuido a la pérdida de integridad estructural de estas cuevas, originando los hundimientos del terreno, formado por gravas, arenas y arcillas cuaternarias del Pleistoceno Medio-Holoceno.

Desde que en 2022 se firmara el primer convenio, los trabajos que se han realizado en la zona han supuesto ya la cifra de medio millón de euros y se prevé que aumente hasta los dos millones, con las actuaciones que quedan por acometer. Y para eso, el actual equipo de Gobierno, liderado por Javier Navarro, ha continuado en la misma línea de sus antecesores y ha firmado un segundo convenio de tres años de duración. 

La historia, bajo tierra La historia, bajo tierra - Foto: Tomás Fernández de MoyaJuan Alonso Aperte, geólogo, y los arquitectos José Aguado Benito y Javier Vellés conocen a la perfección el subsuelo de Tomelloso. Forman parte del equipo de la universidad y han sido los primeros que se han adentrado al subsuelo tras más de cinco décadas. Una experiencia laboral «única» a pesar de que han trabajado en otras localidades de La Mancha con arquitectura subterránea similar. Pero Tomelloso es «uno de los sitios más llamativos y singulares por las grandes dimensiones de sus cuevas».  

Durante la primera fase han cartografiado 140  sistemas de cuevas, pero «somos conscientes de que hay muchos más por localizar y evaluar», comenta Alonso. La mayoría, reconocen, se encuentran en «buen estado» de conservación, pero cinco necesitan «una intervención a corto plazo por su precario estado», mientras en una veintena de ellas «habrá que hacer un seguimiento con frecuencia para controlar y vigilar su deterioro». 

El reto es elaborar un mapa del subsuelo identificando las cuevas más afectadas. «Vamos a seguir buscando», enfatizan. Y en esa búsqueda inicial 'se toparon' con la cueva de la avenida del Príncipe Alonso. Fue una de las «más delicadas», en las que se ha intervenido con carácter de urgencia por su avanzado «deterioro». Su estampa actual nada tiene que ver con la imagen de antaño, en la que los escombros daban con el techo. «Cuando bajamos, descubrimos que la propia bóveda, el techo, estaba rajada y se había ido cayendo progresivamente, por lo que en cualquier momento podía colapsar de golpe. Andábamos sobre los escombros caídos. Dábamos con  la cabeza en el techo, y hoy hay cinco metros de altura», continúa explicando. En la imagen actual ya no hay cascotes ni broza. Ahora, unos doce pilares con forma de diábolo actúan de sujeción. En su interior están rellenos de la propia caliza caída y mortero de cal, «un material muy resistente», mientras en su exterior luce ladrillo de fábrica. 

La historia, bajo tierra La historia, bajo tierra Los trabajos no han sido fáciles. El desescombro fue lo más delicado, aunque «los que manejaban las excavadoras fueron auténticos virtuosos». Así, para poder actuar en el lugar se hizo un agujero paralelo a la cueva para «acceder y meter la maquinaria». Después, se limpió el lugar y se encaló, «algo fundamental para evitar la degradación, pero también para detectar si se derrumba alguna parte, pues de ser así cambia el color. Es un gran testigo», explica Aguado. Todo se ha estudiado al milímetro, desde el lugar hasta la maquinaria y el material empleado con el objetivo de no provocar un desastre mayor.  

Junto a esta cueva, conocida como la del Príncipe y de unos 40 metros de longitud, se ha actuado en las ubicadas en las calles Peinado y San Mateo, en esta última donde se produjo uno de los colapsos iniciales. Tres intervenciones a las que en un futuro se sumarán otras más gracias a la firma del segundo convenio y que persigue el mismo objetivo del primero: saber por qué y cómo rompen. El paso del tiempo, las condiciones medioambientales, la urbanización de las calles y el tráfico, cada vez más pesado, son factores claves en la degradación, pues «las que han colapsado lo han hecho porque estaban al límite de su capacidad».   

El alcalde de Tomelloso, Javier Navarro, reconoce el esfuerzo económico que ha hecho el Ayuntamiento para solventar el problema. Así, por ejemplo, solo la intervención en la cueva del Príncipe, «la cavidad más grande en la que se ha actuado», ha supuesto una inversión cercana a los 250.000 euros, a lo que «hay que sumar las cantidades del primer y segundo convenio». Y es que, evitar los derrumbes es para Navarro «una prioridad». De hecho, en su primera reunión con el presidente de la Diputación, Miguel Ángel Valverde, se abordó el tema para dar solución pronta y eficaz al problema de riesgo de hundimiento de las cuevas de los barrios de la Esperanza y de San Antonio. «La intención del Ayuntamiento es realizar al menos dos actuaciones al año y hacer el seguimiento de todos los puntos identificados como graves», señala. La actuación de emergencia ha llevado a la Corporación a solicitar al Estado la declaración de Zona Catastrófica. 

Historia. En Tomelloso hay una enorme cantidad de cuevas excavadas en el subsuelo, y algunas, la inmensa mayoría, se dedicaban para conservar el vino pero otras con fines para extraer áridos, arena y grava», y que tras explotarse a principios del siglo XX dejaron de utilizarse años después, por lo que con el paso del tiempo se han ido degradando hasta tal punto de que algunas llegan a colapsar. Por el papel que jugaron en el crecimiento de la ciudad, se puede decir, sin duda, que son el mayor patrimonio y uno de los más importantes que aún se conserva.

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La historia, bajo tierra - Foto: Tomás Fernández de Moya