La estirpe Fis, una versión doble y mejorada

Manuel Espadas
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Marcos y Julio, de apellido Fis, ya destacan en el balonmano pese a su corta edad. Su padre está convencido de que «llegarán donde quieran»

Julio Fis, junto a sus hijos, Marcos (derecha) y Julio. - Foto: Tomás Fernández de Moya

Lo que su padre tiene de dicharachero y extrovertido, sus hijos lo tienen de serios y recatados. En lo que sí se parecen es en el amor al balonmano y en la cordialidad de la que hacen gala en su encuentro con La Tribuna. La familia Fis Ballester, pese a la insultante juventud de los dos hermanos, ya está dando que hablar, para mayor orgullo de su progenitor, que tiene claro que «estos dos me van a dar tres vueltas». 

Julio Fis Rousseduy nació hace 48 años en Guantánamo (Cuba) y lleva más de dos décadas arraigado en Ciudad Real. Puso su descomunal potencia desde el lateral izquierdo al servicio del BM Ciudad Real, además de en equipos como THW Kiel, Valladolid, Logroño o Bidasoa. Ahora es entrenador del BM Alarcos y 'preparador personal' de sus dos hijos, Marcos (16 años) y Julio (14), ambos integrantes de la cantera alarquista. Aunque apenas han comenzado a recorrer su camino, todos los que les han visto jugar coinciden en que los dos apuntan maneras. Su padre lo tiene muy claro, «llegarán donde quieran llegar», pero siempre que se graben en la cabeza una máxima que nunca jamás deben olvidar: «Trabajo, trabajo y trabajo».

Para Julio Fis, su primogénito tiene como grandes virtudes la potencia física, el lanzamiento y su finta al lado débil, por lo que será «un jugador mucho más completo que yo». Sobre el pequeño, está convencido de que «será un gran central, porque le gusta mucho dirigir y compite como un león». El padre insiste en que, si trabajan, llegarán muy lejos en el balonmano profesional, y se pone como ejemplo él mismo, cuando «a su edad yo era un 'comemierdas' comparado con ellos».

Julio Fis, junto a sus hijos, Marcos (derecha) y Julio.
Julio Fis, junto a sus hijos, Marcos (derecha) y Julio. - Foto: Tomás Fernández de Moya
Ni Marcos ni Julio han visto en acción a su padre en vivo. Conocen de sus virtudes por lo que les han contado y por algunas imágenes, y saben que en potencia de lanzamiento era único. No les pesa llevar las tres letras de su apellido en la espalda ni les incomoda que se les llegue a comparar con él. Al contrario, cuando hablan de su padre no pueden disimilar un gesto de orgullo. Eso sí, coinciden en que como entrenador puede llegar a ser «muy pesado», confiesa el mayor.  

EL FUTURO. Aunque no han desatendido sus estudios, tanto Marcos como Julio Fis Ballester sueñan con convertirse algún día en jugadores profesionales, y apuntando bien alto, en «un equipo de Champions», dicen ambos. Pero su padre les marca los tiempos, aunque asegura que «la decisión será suya». De hecho, a la puerta de Marcos ya han llamado grandes como el Barça o el PSG, pero este año se quedará en el BM Alarcos. El año siguiente, ya se verá. Mientras, el pequeño tiene claro que quiere «disfrutar del presente». La estirpe de Fis promete, con una versión doble y mejorada.