Más bodegas, más actividad, vuelta de los compradores asiáticos, pero menos vino. De esta forma arrancó ayer la 15 edición de la World Bulk Wine Exhibition (WBWE), la feria más importante de vino a granel del mundo que se celebra en Ámsterdam durante estos días. La consolidación de este encuentro del sector que, de alguna manera testea el mercado del vino en esta época del año, es un hecho en 2023. Tras la pandemia, las ferias sufrieron un duro revés que parece recuperado, no solo por la presencia de compradores, sino por el volumen de negocio en una campaña «corta en todas las áreas productoras», como afirma José Luis Murcia, miembro destacado de la organización.
Aun así, la presencia de 250 bodegas de 26 países son la muestra de que el vino a granel moviliza un mercado cada vez más pujante en la globalización del sector. Otilia Romero de Condes, directora de la WBWE, reitera varios conceptos para desterrar esa idea de que el granel es el hermano pequeño del vino embotellado: «Sostenibilidad, por la huella de carbono, y cada vez más la tendencia de embotellar en destino. Hace quince años fuimos pioneros, no es lo mismo transportar botellas que transportar el producto en sí en contenedores de 25.000 litros». Y los nuevos envases: «Nos tenemos que adaptar a los nuevos gustos, a los milleniam, a las latas. Tenemos que ver que en el Bag in Box hay vinos de muchísima calidad, que te puedes tomar un vino y que el producto se mantiene intacto durante semanas. Aquí están las tendencias del mundo del vino».
Visto con perspectiva, la feria del granel que, de alguna manera siempre se intenta comparar con la otra movilización del vino en la provincia como es Fenavin, en su quince aniversario ha dado el gran salto a la internacionalización con el «nuevo mundo» como protagonista en esta edición: «Tenemos aquí el 85% de la oferta del mercado a granel del mundo. Y de España, el 75%». En el arranque de este meeting, que se descorcha con un concurso internacional, en esta ocasión los grandes premios han recaído en otros mercados competidores: «Italia, con productos extraordinarios, y los del nuevo mundo como Australia y Nueva Zelanda con vinos que están muy bien diseñados y que se están adaptando cada vez más al consumidor. Ahora están muy presentes y han copado los premios», resumió De Condés. Un síntoma de que el vino a granel se ha desprendido de la etiqueta de español o manchego: «Chile, Argentina e incluso nuevos mercados buscan más presencia en Europa», apunta el gerente de una cooperativa ciudadrealeña. Y esta feria está siendo su lanzadera en detrimento de lo que fueron los albores de la World Bulk Wine.
Los gestores de la feria nunca han descansado en conquistar cada vez más mercados. El chino fue, con varias intentonas, un objetivo prioritario. La Bulk Wine desembarcó con un par de ediciones en China, pero el COVID frenó las aspiraciones de la organización de asentar una feria en esas latitudes: «Para 2024 es todavía muy precipitado, no vemos que el mercado chino esté maduro tras la pandemia. Quizá para 2025. Lo que sí hemos conseguido es que por fin vuelvan a Ámsterdam. Estamos muy contentos tras cuatro años de ausencias».
La Bulk Wine no solo es una feria comercial. Año tras año, se ha convertido en un ágora de las últimas tendencias del sector, en concreto, de las nuevas investigaciones de envases, logística y transporte y, en este 2023, se ha profundizado en la desalcoholización del vino, en el que el sector tradicional es muy reticente, pero que el consumidor está demandando cada vez con más frecuencia.
futuro. Los rectores de esta aventura, surgida desde la empresa manzanareña Pomona Keepers, creen que aún queda un gran camino por andar en cuanto a la revalorización de un producto que en una década y media va apuntalando las tendencias del futuro. Y Castilla-La Mancha «se encuentra cada vez mejor posicionada». O al menos debería estarlo.