El cambio climático dispara el riesgo de mortalidad por calor

R. Ch.
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Ciudad Real es uno de los territorios europeos donde más ha crecido el riesgo de morir por calor en los últimos años: entre un 60 y más de un 80 por ciento

El cambio climático dispara la mortalidad por calor - Foto: T. F

El cambio climático afecta ya a la salud de los ciudadrealeños, que habitan uno de los territorios de toda Europa donde más ha crecido el riesgo de morir por calor en los últimos años. Hasta un 80 por ciento o más entre las mujeres y entre un 60 y un 80% entre los hombres. Y eso solo en una década.

Esa es una de las principales conclusiones que muestra el informe publicado en la revista de The Lancet Public Health, en la que colaboran científicos de toda Europa y que desde hace años analizan indicadores de salud y calentamiento global en todo el mundo. Esta vez advierten de las repercusiones que tiene ya en la salud el «calentamiento sin precedentes» que padece el mundo y, especialmente, el viejo continente. 

Así, se estima que las muertes relacionadas con el calor han aumentado en la mayor parte de Europa con un incremento medio de 17,2 muertes por cada 100.000 habitantes. En Ciudad Real, según las cuentas que hace el Instituto de Salud Carlos III, han perdido la vida 500 personas desde 2015 a 2023 por causas atribuibles a unas temperaturas que llevan décadas subiendo. Con los datos que ofrece la Agencia Estatal de Meteorología, la Aemet, desde 1920 en su portal de datos abiertos, está década la de los años 20 del siglo 21, está siendo la más cálida desde que hay registros. De hecho, desde los años 80, cada decenio que pasa aumenta un poco más la temperatura media. Medio grado subió en los años 90, cuatro décimas más se incrementó en la década de los 2000, dos décimas aumentó en la de los años 2010 y tres décimas, por ahora, es lo que sube la de los 2020, periodo en la que los ciudadrealeños han sufrido el primer y el segundo año más cálido de la historia reciente: 2023 y 2022. Y 2024 marca, a mitad de mayo, la tercera temperatura media más alta. 

Calor que, según este informe tiene ya consecuencias. «La exposición al calor puede minar aún más la salud de las personas al incidir en los determinantes sociales y económicos de la salud» explican los científicos, que apuntan que el cambio climático «también está provocando cambios en la intensidad y frecuencia de los fenómenos climáticos extremos». Esto es, más sequías, incendios e inseguridad alimentaria. Además, también crece «la idoneidad climática para diversos patógenos y vectores de enfermedades sensibles al clima». Eso se traduce en más regiones «aptas» para la leishmaniasis, el aumento de brotes del virus del Nilo Occidental o más meses en los que pueden aparecer enfermedades transmitidas por garrapatas. 

 En la última década, desde el año 2015, se acumulan en el Observatorio de la Aemet de Ciudad Real los meses de enero, abril, mayo, junio, julio, agosto, octubre, noviembre y diciembre más cálidos en un siglo. 

El informe muestra que la mortalidad relacionada con el calor fue dos veces mayor en las mujeres que en los hombres, que los hogares con bajos ingresos tuvieron una probabilidad sustancialmente mayor de sufrir inseguridad alimentaria y la exposición a PM2,5 procedente de incendios forestales fue mayor en las zonas muy desfavorecidas.

Y una advertencia: si no se toman medidas enérgicas, se corre el riesgo de exacerbar aún más los efectos del cambio climático que ya se están produciendo, y se pierden oportunidades de obtener considerables beneficios colaterales para la salud a corto plazo, como la reducción de la mortalidad prematura debida a la disminución de las partículas finas en el ambiente; el aumento de la actividad física gracias a un transporte más activo; y la reducción de la morbilidad y la mortalidad mediante la adopción de dietas basadas en vegetales, menos contaminantes, menos procesadas, más eficientes en el uso de los recursos y más saludables.

La meta, «limitar el calentamiento a menos de 1,5 °C para evitar más efectos perjudiciales para la salud exige que los gobiernos de toda Europa refuercen su respuesta. Por ello, las estructuras políticas y de gobernanza de toda Europa deben abordar las dimensiones sanitarias del cambio climático».