Manolo, Juan Antonio (Juancho) y Marisa llevan el apellido Herrera Piña. En la sala de una vivienda del barrio Pío XII, los recuerdos de antaño se mezclan con los más recientes en multitud de fotografías. Es un claro ejemplo de que la imagen ha estado siempre muy presente en esta familia y en este lugar, donde uno de los aposentos fue, hace ya muchos años, el laboratorio del «notario fotográfico de la provincia», Manuel Herrera Piña. Eran otros tiempos, los años sesenta. Entonces se revelaban los negativos para obtener copias en papel y llevarlas después al periódico tras una larga jornada, con viajes, en muchas ocasiones, a cualquier punto de la provincia. Una labor para la que contaba, a veces, con la ayuda de su familia, que trabajaba 'en cadena' para llegar a tiempo al cierre de la prensa. Comprometido con su trabajo, Manuel Herrera Piña (1934-2007) «nunca decía que no a nada y menos si era para trabajar». Eso le «llevaba a sacrificar muchas horas de estar con su familia». Hasta tal punto, que uno de sus hijos, Juancho, reconoce que «empezó a odiar la fotografía».
A finales de los años 70 empezaron a funcionar las corresponsalías en los pueblos y «gracias a eso pudimos disfrutar un poco más de él los fines de semana en La Tabla de la Yedra», recuerda Marisa con nostalgia. Manuel Herrera Piña siempre estaba atento a la actualidad, pero también aparecía «en el momento y en el lugar adecuado». Aprendió fotografía de la mano de Eduardo Matos hasta que se convirtió en profesional de la prensa gráfica, profesión, recuerda Manolo, que compaginaba con su otro empleo, funcionario de carrera, en el antiguo Hospital 18 de Julio, donde realizaba radiografías. «Muchos médicos de Madrid enviaban a sus pacientes a Ciudad Real para que les realizara mi padre las radiografías por el contraste que daba a las placas». Ahí fue su primer contacto con la imagen para convertirse después en el primer fotógrafo de La Tribuna, en sus números cero, y de otros medios provinciales, recuerdan con orgullo.
Miles de imágenes conforman su archivo, hoy digitalizado en su mayoría gracias al esfuerzo y patrimonio familiar y de administraciones como la Diputación y entidades como Globalcaja, «la primera que nos abrió las puertas». En total, unas 350.000 imágenes de su trayectoria profesional y familiar que recogen momentos únicos de la historia de la provincia como, por ejemplo, la riada mortal de Valdepeñas de 1977 o la visita de Hemingway a la plaza de toros de Ciudad Real en 1959.
Herrera Piña, la mirada fotográfica al pasado - Foto: RUEDA VILLAVERDETantos momentos plasmados en imágenes que «cuesta elegir uno» pero la explosión, en 1977, de dos cisternas de gasolina en la antigua estación de Renfe de la capital fue que ahora se recuerda con más incertidumbre. «Se fue a hacer fotografías. No había móviles, y estábamos en el campo. No sabíamos nada de él. Tuvimos miedo por su vida», rememoran sus hijos.
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Años después, instantáneas en blanco y negro con multitud de relevantes protagonistas se amontonaban en cajas repletas de carretes «sin una mala etiqueta de su contenido» que hoy se han convertido en un archivo minuciosamente documentado y del que han salido tres libros, seis exposiciones y un vídeo de la coronación de la Virgen del Prado, patrona de la localidad. «Hemos salvado el legado fotográfico de la provincia. El único. Y se ha evitado el deterioro de tan valioso material. Estamos contribuyendo al conocimiento y difusión de un testimonio documental único», enfatizan los hijos de Herrera Piña, quienes depositan ahora toda sus esperanzas en la Diputación tras reunirse con su presidente, Miguel Ángel Valverde, quien se ha comprometido a estudiar la posibilidad de que la Institución provincial adquiera el archivo. Tras el fallecimiento de este primer notario de la historia gráfica de la provincia a los 72 años, sus hijos se han dedicado en cuerpo y alma a que el trabajo de su padre sirva «como herramienta para divulgadores e historiadores y que toda la provincia pueda disfrutar de ese legado». Un compromiso que confían se selle con un acuerdo, porque «salvando el archivo de Herrera Piña se salva la historia de la provincia desde los años 50 a los 80».