Boom inmobiliario rústico con más de 5.000 transacciones

Manuela Lillo
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La falta de viabilidad, la necesidad de ganar dimensión entre los que se quedan y la llegada de fondos de inversión sitúan a la provincia como la tercera en operaciones

Una explotación agrícola de olivar en la provincia - Foto: Rueda Villaverde

Más de 5.000 fincas rústicas cambiaron de manos el año pasado en la provincia de Ciudad Real. Fueron tantos movimientos que situaron a la provincia como la tercera de España con más actividad de este tipo. Así lo ponen de relieve los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que pone cifras a este traspaso de propiedades que van desde explotaciones agrícolas, hasta ganaderas, viviendas rústicas o edificios agrarios, estilo naves.

En concreto, de enero a diciembre de 2024 se formalizaron 5.875 operaciones de compraventa de fincas rústicas en la provincia de Ciudad Real. Sale a 16 por día. Solo superan estas cifras en Asturias, y lo hacen por 'los pelos', con dos operaciones más, 5.877. El récord, sin embargo, está en Valencia, escenario de la Dana del pasado mes de octubre, y donde se cerraron hasta 10.653 traspasos de fincas rústicas el año pasado. 

Para Asaja Ciudad Real esta intensa actividad inmobiliaria tiene dos motivos claros. De un lado, del que vende, se debe a «un cambio de ciclo en las explotaciones agrícolas tradicionales», es decir, de propietarios que «tienen dificultades para producir» y que ante la «elevada burocracia, las nuevas normas y la falta de rentabilidad», optan por tirar la toalla y desprenderse de bienes que tiempo atrás le servían de sustento. «No es solo por el cuaderno de campo que se va a imponer, también por la complejidad de las ayudas y además porque desde 2023 hay más normativa, lo que hace imposible la viabilidad de las pequeñas explotaciones», asegura el gerente de esta organización agraria, Agustín Miranda. 

De otro lado, del que compra, se debe a la necesidad de quienes apuestan por el sector por ganar en dimensión para ser competitivos. «Para tener rentabilidad tienen que dimensionarse», apuntó el representante de Asaja, lamentando la falta de viabilidad de las pequeñas tierras en un mercado cada vez con más competencia. En este sentido, Miranda comentó que las explotaciones en el sector han pasado de casi 50.000 en el año 2000 a unas 22.000 en la actualidad, un 'hachazo' que se ha llevado por delante casi la mitad. 

A estas dos variables se suma otro factor más novedoso en la provincia: las «maniobras externas de fondos que compran grandes cantidades» de fincas. Tienen en cuenta que, precisamente, son «los grandes volúmenes» los que arrojan números verdes y están «apoyados en fondos de inversión». 

«No son el mayor número, pero ya se vislumbran estos fondos de inversión, cuando antes eran desconocidos». En este sentido, Miranda afinó y aseguró que este tipo de compradores suelen tener en su punto de mira explotaciones con disponibilidad de agua, sobre todo teniendo en cuenta las restricciones que hay en la tierra en esta materia, y explotaciones de leñosos.