Más de mil biografías se han escrito en los dos últimos siglos sobre la vida de Alejandro Magno, a las que se suman medio millar de novelas históricas y al menos más de medio millar de obras abordan su aspecto histórico y cultural. En todas ellas hay un nombre que se repite, al menos una vez, al referirse a su niñez: Olimpia de Epiro. La madre de Alejandro Magno es una gran desconocida si se compara con su hijo, pero si se ahonda en la vida de las mujeres griegas es invisible si se observa desde los ojos de historiadores y novelistas, su papel es solo el de madre o esposa de... Por este motivo, Pilar García decidió ahondar en su historia y ha iniciado con Olimpia: hija de Neoptólemo una saga histórica que busca dar a conocer el papel femenino en la Grecia clásica. Un texto editado por Serendipia, presentado el pasado viernes, y que ha empezado a tener impacto entre los aficionados a la novela histórica.
«Estaba haciendo mi tesis doctoral sobre enteógenos, drogas en el mundo antiguo que se utilizaban para entrar en conexión con los dioses», explica García Arroyo, quien presentó esa tesis el 3 de marzo de 2020. Llevaba «siete años sin encontrar tiempo para preparar la tesis y justo cuando la acabo, se cierra el mundo» y ella empieza a tener más tiempo para desarrollar las ideas. Durante el confinamiento, hablando con un amigo, le expuso lo interesante que resultaba la tesis y pensó que era interesante lo que analizaba, pero no como tesis, sino por la historia que se contaba. «¿Por qué no lo presentas de una forma que a la gente le resulte más asequible de leer?», le preguntó su amigo. Y ahí empezó la historia de esta saga de novelas históricas.
«Una de las partes principales de mi tesis son los misterios de Samotracia» y pensando en el país, recordó que los padres de Alejandro Magno «se conocieron» en esa festividad. Por lo que planteó utilizarlos para contar la historia. «Como soy muy meticulosa, me puse a investigar» y ahí descubrió un mundo «alucinante». «Primero, hay una mujer, muy excepcional, y, segundo, el concepto de mujer griega», indicó la escritora, quien recordó que ellas se quedaban «encerradas en gineceos». En esos espacios, «solo estaban las mujeres con los niños».
García explica que en el grado de Historia estaba acostumbrada a analizar los «grandes acontecimientos», pero a ella siempre le han interesado «las vidas más cotidianas, la pequeña historia, la microhistoria». «Pensé que había muchísimas mujeres a las que se había silenciado», indicó la escritora. Por ejemplo, ella sabía de Olimpia, pero desconocía que el padre de Alejandro Magno no se casó solo con ella. «Dentro del mundo macedonio existe la poligamia, que es muy rara en el mundo griego», y llegó a «un listado de mujeres que se casan con Filipo II», el rey de Macedonia. «De ellas apenas sabemos nada más que el nombre y el sitio de donde vienen».
Por eso, García trata de ahondar en sus vidas, «conocer a esas mujeres, de dónde vienen, por qué se casan» y recordó que se decía que el rey cuando quería «evitar una guerra contraía matrimonio». «Son mujeres utilizadas como moneda de cambio en pactos políticos». A este papel se suma su función «religiosa». Aquí entra Olimpia, que era sacerdotisa de Dionisio, «una ménade», encontrando ambos aspectos.
Aquí inició la escritura de la novela, que cuenta con una amplia documentación, análisis y lectura de tesis sobre los espacios que recorren, mapas mentales sobre los palacios y dónde se ubicaban los gineceos y que es tan extensa que abarcará más que esta novela. A modo de resumen, García explica que está «escrita desde un gineceo», donde internamente buscan ser la madre del futuro rey, que no necesariamente es el primogénito. «Las mujeres están muy ocultas, pero la madre del heredero siempre tiene ciertos privilegios, es como la más reconocida».
Desde este punto de partida nace una novela histórica, donde hay mucha ficción porque «tenemos prácticamente nombres, lugares de origen y en algunos casos podemos llegar a conocer las familias», pero no se puede ahondar más, porque se trata de voces silenciadas en la historia. «Son vidas inventadas, pero podrían haber sucedido», indica la escritora, quien recordó que esto no es un libro más sobre Alejandro Magno, aquí él es «un niño» y «va a ser un personaje secundario».
«Tengo muchísimos cuadernos escritos sobre ideas, sobre cosas que me surgen», recordó García, apuntando que ella tiene «la escaleta de la novela, unos hitos históricos por los que hay que pasar», pero el libros es mucho más profundo. Como ejemplo, expone que en un momento las mujeres acuden a un ritual y empiezan las preguntas sobre «cómo vestían estas mujeres en este ritual, qué se comía» o por dónde accedían y a dónde iban. El primer capítulo, que es en el Oráculo de Dodona, el «más antiguo de Grecia, fueron cuatro meses de documentación», indica. Una labor extensa para una primera novela, que abre una saga de textos históricos con sede en Ciudad Real.