A cascoporro', 'agazapao', 'asobinao', 'gañán', 'gatuno', 'tunante' o 'zanguango', son algunas de las expresiones del diccionario Chanante, que nació, por así decirlo, en la Escuela de Bellas Artes de Cuenca. Allí se conocieron Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Julián López, Carlos Areces, que se convirtieron pronto en la cara de esta nueva apuesta por el amor surrealista, de la que también formaba parte, como guionista Santiago de Lucas, «el quinto Beatle».
Su cortó 'La gran revelación' cerró ayer la segunda edición del festival de cortos de Miguelturra Corto Cortismo. ¿Cuándo, cómo y por qué, surgió esta aventura tan chanante?
En un viaje a Santander. Me vino la inspiración en un viaje en autobús, de golpe, así que tuve que aprovechar una parada en una gasolinera para comprar un cuaderno. Se lo enseñé a Joaquín Reyes y le encantó. Dijo que había que hacerlo, pero era demasiado largo para que fuera un sketch y decidimos hacer un especial de La Hora Chanante que se grabó a modo de cortometraje, y que finalmente se emitió como broche a cinco años de programa. Lo clasificaron en 100 festivales y ganó una docena de premios a nivel nacional. Dice que aquel corto fue «el comienzo del fin».
Ellos ponían la cara, pero suyas eran muchas de las frases. Parte del éxito también lleva su sello, ¿no cree?
Imagino, ya que fui junto con Joaquín uno de los creadores del formato. Por eso me resultó tan fácil escribir el guión de este corto en el que aparecen muchas de las coletillas que se crearon para el programa. Yo siempre digo que soy el quinto Beatle, el quinto Chanante.
¿Y por qué dejó de serlo, estaba cansado de ser el quinto Muchachada Nui?
Cuando llegó el nuevo programa yo estaba un poco cansado del formato y prefería ir por otros derroteros. Alguna vez he pensado que elegí el caballo equivocado, pero era lo que me pedía el cuerpo.
No todo el mundo lo sabe, pero La Hora Chanante comenzó a gestarse en esta tierra; en concreto, en la Escuela de Bellas Artes de Cuenca. ¿Recuerda cómo?
Fueron cuatro años de absoluta locura prechanante. Antes de que se creara el programa nosotros ya hacíamos sus bromas. Yo estudiaba en la clase de Carlos Areces, con el que hice amistad desde el minuto uno, cuando lo vi en la clase de escultura haciendo un bolso con quicos y pegamento y medio. Pensé '¡qué loco!' y enseguida conectamos. Un curso por debajo estaba Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes dos por encima.
¿Un buen recuerdo de aquellos años?
Entonces Joaquín Reyes ya solía rapear y utilizaba la voz del payaso que luego se hizo famoso en La Hora. Recuerdo lo que me reía cuando le daba por doblar el telediario en la cafetería.
¿Cómo los graciosillos de la 'uni' terminan en la televisión?
Por casualidad. En la Paramount necesitaban gente para el departamento de edición y me mandaron para allá desde un curso que hice en Madrid. Me llevé una cinta de VHS con todos los cortos que tenía con Areces y Sevilla y las performance con Joaquín (Reyes). Les impresionaron tanto que querían saber más de nosotros.
¿Cuál cree que fue el secreto del éxito?
La verdad es que al principio mucho éxito no teníamos. Lo que teníamos eran malas críticas, porque la gente no entendía el formato, pero contábamos con el apoyo económico de la Paramount Comedy, y el de Felipe Ponton. Por eso, aunque al principio nuestro humor chocaba, de tanto insistir encontramos nuestro público.
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