El pasado martes, el sacerdote bolañego Juan Antonio Ruiz estaba celebrando una misa cuando recibió en su teléfono móvil un mensaje de texto del Gobierno israelí alertando de un ataque inminente. Poco después, a salvo en un refugio, comenzaron a sonar las alarmas antiaéreas y a caer decenas de misiles iraníes sobre las ciudades de Tel Aviv y Jerusalén. «La situación es ahora de aparente tranquilidad, intentando volver a la normalidad de una situación que no es normal», afirma el religioso.
Juan Antonio, director del Instituto Español Bíblico y Arqueológico de Jerusalén desde 2020, buscó protección en un refugio habilitado dentro del complejo de la Casa de Santiago, preparado para resistir este tipo de ataques. «Estuvimos a resguardo casi media hora», explica. El silencio de Irán ante los ataques del ejército israelí en Líbano no hacía presagiar nada bueno: «Estábamos en alerta».
«Primero fue Gaza, pero ahora, con los ataques a Líbano y la entrada de Irán, el conflicto se está complicando y el escenario es de mucha incertidumbre», confiesa el sacerdote ciudadrealeño, que asegura que la comunicación con el Consulado General de España es constante. «Nos piden que tengamos mucha precaución y que sólo se quede en el país la gente que sea necesaria, aunque de momento no se ha planteado una evacuación», subraya. Sí tuvo que regresar a España en octubre del pasado año, en un vuelo militar fletado por el Gobierno, tras el ataque de Hamás y la posterior declaración de guerra de Israel contra la organización terrorista.
Sinrazón. «La guerra, tanta violencia y tanto odio, es una sinrazón, y a los religiosos sólo nos queda rezar mucho por la paz», resalta Juan Antonio Ruiz, que asegura que este conflicto va a agravar el clima «enrarecido y de tensión» que se vive en la Ciudad Santa. «Son dos culturas, la judía y la musulmana, que coexisten, pero no conviven. Hay mucho racismo en ambas partes», enfatiza. Las consecuencias de esta escalada de violencia en la zona, insiste, «traerá consencuencias muy negativas», porque los jóvenes «están creciendo con mucho odio».