Desde el año 2021, el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha creó una consulta específica para diagnosticar autismo. Se trata de un servicio que se ofrece en la unidad de salud mental infanto-juvenil y donde cada semana acuden dos familias para realizar una valoración por la psiquiatra Cristina Villavieja. Los datos implican que hay casi un centenar de diagnósticos al año de TEA.
La iniciativa surgió, realmente, en 2017, pero sin la especificidad que tuvo cuatro años después. «Estos niños vienen derivados normalmente por pediatría», indicó Villavieja, y llegan después de haber pasado el cuestionario M-Chat, que sirve para la detección del autismo. En función de la puntuación obtenida se entiende que hay posibilidad de TEA, sospecha o a veces la confirmación. Igualmente, Villavieja apuntó que también llegan padres con ciertas preocupaciones a algún especialista y acaban en la derivación a este servicio de diagnóstico, bien por el pediatra o el neuropediatra. El diagnóstico del Sescam abre la puerta a tratamientos o la escolarización de estos menores. Por ejemplo, hay colegios que piden un diagnóstico de TEAdel Sescam para las aulas dirigidas a estudiantes con autismo.
«Normalmente, los niños que nos llegan al programa ya están siendo intervenidos por atención temprana», recordó Villavieja, porque «no se necesita un diagnóstico para empezar esa intervención precoz». En este sentido, llegan niños de año y medio a tres años que la observa durante varias horas, junto a otro sanitario. A partir de ahí, se les hace el llamado test Ados-2, que «son diferentes pruebas en las que vas jugando con el niño y vas observando si aparece clínica sugerente de autismo», concluyendo con una entrevista con los padres y el informe que «suelen traer de atención temprana» o del colegio.
«El autismo es muy heterogéneo», explicó Villavieja. «Los niños autistas no son todos iguales, no se parecen unos a otros. Hay algunos que tienen más de un tipo de sintomatología y otros tienen más de otra» y esto influye en el diagnóstico, porque hay algunos «más difíciles» de hacer. En este sentido, recordó que «hay casos más leves y hay casos más graves». «Los más graves son los que tienen discapacidad intelectual, que tienen a lo mejor también ausencia de lenguaje», mientras entre los leves hay incluso niños que «tienen altas capacidades» y suelen ser los más difíciles de diagnosticar.
diagnóstico precoz. Villavieja recordó la importancia del diagnóstico precoz en todos los casos porque «mejora el pronóstico» de los menores. «Aun así, me estoy encontrando muchos niños que no han sido diagnosticados y vienen, a lo mejor, ya en una etapa adolescente o mayores de tres años», indicó la psiquiatra.
Detrás de cada uno de esos diagnósticos hay padres que llegan «concienciados» porque se ha hecho una labor previa de explicación en la atención temprana y otros donde el diagnóstico se recibe con «negación». «Entonces, asumir esto que no esperabas, es complicado y los padres necesitan su propio proceso de adaptación», indicó la psiquiatra.