Cuando el tiempo se empieza a contar al revés

J.M.Beldad
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La Cuaresma en Ciudad Real se vive con intensidad en distintos ámbitos del mundo cofrade. Desde los capataces y músicos hasta los jóvenes de la pastoral universitaria y los responsables de hermandades viven un tiempo de mucha intensidad

Imposición de la ceniza en la iglesia de los Salesianos el pasado Miércoles de Ceniza - Foto: Rueda Villaverde

Con la imposición de la ceniza, la Iglesia marca el inicio de la Cuaresma, un tiempo de preparación para la Semana Santa que se vive con especial intensidad en Ciudad Real. Para cofrades, músicos, costaleros y creyentes, estos cuarenta días suponen un periodo de reflexión, esfuerzo y entrega. Desde el ajetreo de los ensayos hasta los momentos de recogimiento en los templos, cada uno encuentra su forma de vivir este camino hacia la Pascua.Hoy, primer viernes de marzo, es, como dijera el pregonero, el viernes de los besos. En la iglesia del barrio del Pilar, Jesús de Medinaceli estará todo el día en besamanos y las mujeres y hombres del barrio se arremolinarán en corrillos hablando de esto y de lo otro. Ya es Cuaresma en Ciudad Real.

José María Pastor es capataz de cuatro pasos en Ciudad Real: el palio de la Virgen del Consuelo, Jesús Nazareno, el Santísimo Cristo de la Piedad y el palio de Nuestra Señora de la Soledad. Coordina a más de 200 costaleros y, para él, la Cuaresma es sinónimo de intensidad absoluta.

"Es un periodo de vértigo, donde todo se acelera. La gestión de las cuadrillas, los ensayos, las igualás, las mudás… Apenas hay tiempo para disfrutar con tranquilidad de este tiempo tan bonito", admite. A pesar del frenesí, encuentra momentos de paz en las iglesias: "Cuando me paro ante un altar de cultos, cuando escucho la misa y observo las imágenes, ahí es donde más reflexiono", cuenta emocionado. Y añade: "Es un instante casi terapéutico".

El trabajo del capataz va mucho más allá de dar órdenes bajo un paso. "Gestionamos fichas de costaleros, controlamos altas y bajas, organizamos los turnos y velamos porque cada uno encaje en su sitio. No dejamos nada a la improvisación", explica Pastor. Sin embargo, admite que lo que realmente da sentido a todo es el amor al Señor y a la Virgen. "El costalero, es costalero por amor!! Y en Cuaresma ese amor vive su mayor plenitud porque nos lleva a conmemorar la pasión, muerte y Resurrección del Señor, que a su vez se entregó por amor por nosotros", sentencia el capataz.

Para la Agrupación Musical Santo Tomás de Villanueva, la Cuaresma significa la recta final antes de los desfiles procesionales. Rafael Blanco, miembro de la junta directiva, explica que tras el descanso del Carnaval, la actividad se dispara: "Pasamos de ensayar sentados a hacerlo andando, enlazando marchas y preparando los repertorios de cada hermandad" .

El calendario se llena de compromisos: "Tocamos en conciertos, misas, pregones… Hay fines de semana en los que actuamos hasta tres veces". Pero la música no es solamente ensayo y técnica, también es sentimiento. "Cada uno lo vive a su manera. Algunos se comprometen más con la fe, otros simplemente disfrutan de la música. Pero cuando estamos tocando tras un paso, todos sentimos esa emoción especial", detalla Rafael.

Para Marta Díaz, maestra y cofrade, la Cuaresma es el tiempo más esperado del año, tanto a nivel personal como profesional. "Empieza siempre con 'Rocío del Cielo', la marcha que me recuerda a mi hermandad y que pongo cada Miércoles de Ceniza. Es ver a mi madre cosiendo los botones de mi túnica y sacrificar mis momentos con amigos y familia por la hermandad", explica. En el colegio, ha llevado su pasión a sus alumnos a través de un proyecto educativo en el que 150 niños interpretan marchas procesionales. "Desde enero, mi colegio suena a 'La Estrella Sublime', 'Mi Señor de la Oración' y 'Crucificado de la Esperanza'", cuenta entre risas. La intensidad marca su Cuaresma, en la que apenas tiene descanso entre la enseñanza y su compromiso cofrade: "Son días de convivir en hermandad, de reír, de emocionarnos, de discutir y reconciliarnos al día siguiente porque sabemos que no podemos parar", relata con anhelo. Definir la Cuaresma con una sola palabra es complicado para ella, pero si tuviera que hacerlo, elegiría "intensa".

En la Pastoral Universitaria, la Cuaresma es un tiempo de introspección y compromiso. Elena Herencia lo vive como un "reseteo espiritual". Asimismo, cree que es "un momento para reflexionar sobre mi vida y abrirme más al amor de Dios",, cuenta. Durante estos cuarenta días, la pastoral organiza Eucaristías, encuentros y retiros para ayudar a los jóvenes a profundizar en su fe.

"A veces, entre los estudios y el día a día, es fácil distraerse. Pero en Cuaresma hago un esfuerzo mayor por la oración diaria y los pequeños sacrificios", explica. La comunidad universitaria también se prepara para Semana Santa con un retiro especial. "Este año lo haremos el 5 de abril. Es un momento clave para centrar el corazón en lo que realmente importa", dice Elena.

Senén Buitrago, Hermano Mayor del Prendimiento, lo tiene claro: "La Cuaresma es la cuenta atrás". Para él, estos días son una maratón de trabajo: "Organizamos los cultos, el besamanos, el banco de túnicas, el cortejo… Es una locura". Sin embargo, intenta no perder de vista el significado más profundo de este tiempo.

"A nivel personal, la Cuaresma es preparación espiritual. Es pensar en lo que se acerca, en lo que realmente significa la Semana Santa y lo que hizo Jesús por nosotros", reflexiona. A pesar del esfuerzo, nunca deja de contar los días hasta la próxima vez. "Cuando acaba Semana Santa, estamos agotados, pero a los pocos días ya estamos hablando de la siguiente", comenta este hermano mayor.

Rubén Monroy ha convertido su pasión en su profesión. Como gerente de Cofrades de Pasión, su empresa se encarga de la logística de las hermandades, un sector que cobra especial importancia en Cuaresma. "Para mí, este tiempo es una mezcla de recogimiento y estrés", cuenta.

El trabajo es intenso, con jornadas largas y viajes constantes. "Son muchas horas, muchos kilómetros, muchas noches sin dormir. Pero lo vives y lo disfrutas porque sabes que cada detalle cuenta para que todo salga bien", explica. A pesar del ajetreo, la Cuaresma sigue siendo un tiempo especial. "Los ensayos, los momentos con mi gente, el ambiente cofrade… todo eso hace que esta época sea maravillosa", relata.

Para Luis Ramón Mohíno, alcalde de Miguelturra, la Cuaresma es un periodo en el que la tradición y la cultura se ponen en valor. "Tras el Carnaval, llega un tiempo de recogimiento y reflexión que nos ayuda a prepararnos para revivir la Pasión de Jesús", afirma .

Esta fusión entre religiosidad y patrimonio es lo que da identidad a la Semana Santa ciudadrealeña. Una realidad que viven miles de personas, cada una desde su papel, pero todas unidas por ese mismo sentimiento: la religiosidad, ya sea popular o íntima.

La Cuaresma no es únicamente la antesala de la Semana Santa, también es una vivencia en sí misma. Desde el capataz que coordina costaleros hasta el músico que ensaya marchas, pasando por el cofrade que organiza cultos y el joven que busca renovar su fe y vive en Cristo a diario, todos encuentran en este tiempo un significado profundo.

En las iglesias, en los ensayos, en las tertulias cofrades, late la emoción contenida de los días que están por venir. Porque la Cuaresma en Ciudad Real es espera, pero también acción, es entrega, es amor por una tradición que, año tras año, sigue emocionando a aquellos la viven con el corazón. "Cuarenta días, ¡pero qué cuarenta días!", comenta Rubén entre risas.